Eterno Retorno

Wednesday, November 10, 2010


Perros de Puerto Madero, buscadores del calamariano Comedero Piquetero. Perros progre, perros superados, perros Actitud BsAs, callejeros en calles con nombres de mujer.

Llámalo, si quieres, anárquica asociación de ideas pero este lobby me coloca dentro de un libro gordo, en una historia francesa del Siglo XIX. Balzac o Dumas para ser más preciso. No tiene nada que ver, pero en mi mente ha sido bautizada como la sala Balzac. Aquí se tejen historias grandes, narradas casi siempre en tercera persona, con un todopoderoso narrador omnisciente que es amo y señor de sus personajes, de esos que odia Fernando Vallejo. Aquí adentro se escribe la historia Balzac-Dumas- Flaubert. Eso es aquí, desde donde escribo ahora. Afuera es Kafka, puro Kafka vil, el Mito de Sísifo encarnado en la frontera más transitada del mundo. Quisiera ver a Kafka todas los amaneceres, metido dentro de un viejo carro que se calienta, aguardando con ansias el momento en que un migra filipino te busque la mirada rastreando indicios de miedo, sospechosismo o afanes de terrorismo musulmán. Masacre de minutos, desparramar gasolina, la vida entera dentro de una fila a ninguna parte.

Respuesta a un lector que ne ha contado una interesante historia sobre la fuente que pudo inspirar La Cucaracha

Amigo lector: La Cucaracha es todo un misterio y al igual que la inmensa mayoría de las canciones populares mexicanas, tiene más de un origen. La tonada de la canción es antiquísima, de hecho todo indica que es anterior a la Revolución. Era una canción o un tarareo popular cuya letra se fue adaptando. La historia del tren es buenísima, realmente surrealista, como para escribir un cuento. La nave de los locos y el tren de los pachecos. Es cierto la mota fue compañera inseparable de las tropas revolucionarias. En aquel entonces no tenía el estereotipo contracultural y juvenil surgido en los 60 y era más bien un vicio común de teporochos y gente de muy baja ralea. Los soldados revolucionarios eran muy afectos a ella. Hay quien dice que el término Cucaracha puede referirse a un carrujo de mota. Después de todo, en la jerga barrial estadounidense, “roach” es un carrujo. Hay quien dice que La Cucaracha era una vieja soldadera de la tropa villista. Otros aseguran que la Cucaracha era el carro de Pancho Villa, a bordo del cual fue muerto en Parral, que se movía tan lenta y torpemente, siempre atiborrado por los escoltas del Centauro, que parecía una cucaracha. Lo fascinante de esto, es que la canción popular recupera la tradición literaria oral de rapsodas y trovadores. Sin el ego del autor y su exclusividad de por medio, la canción pertenece al pueblo que la adapta y la moldea. Yo la conocí como una copla infantil y no como un corrido revolucionario. La letra que yo me sabía de pequeño decía porque le falta, porque no tiene, las dos patitas de atrás. Después me enteré que el corrido se refería a la marihuana. En cualquier caso, la historia del tren es la más alucinada y fascinante que he escuchado. Prometo escribir al respecto. Le mando un abrazo muy grande.




MI EDITORIAL EN NOTICIERO SINTESIS, EN APOYO A LAS FUERZAS ARMADAS Y AL TENIENTE CORONEL

Desde un tiempo para acá, escuchamos voces alzadas y leemos plumas furiosas que cuestionan la estrategia del Gobierno contra el crimen organizado. Es, nos dicen los críticos, una estrategia errónea, fallida, que está bañando de sangre al país. Ciertamente hay muchos aspectos criticables del gobierno de Calderón. Sus políticas centralistas hacia la frontera han sido, sin duda alguna, lo más desafortunado y perjudicial para quienes vivimos en esta región. La política fiscal, por desgracia, siguió naufragando en el vicio de exprimir sólo a unos cuantos contribuyentes, mientras que la generación de empleo, su gran promesa de campaña, fue el gran revés del sexenio. Pero si hay un tema en el que hay que reconocer la entrega, el sacrificio y la valentía, es en la estrategia contra el crimen organizado. Aquí sí el Gobierno le está entrando al bravísimo toro por los cuernos, asumiendo los terribles costos políticos de la medida. Quienes exigen a gritos que el Ejército deje las calles y regrese a los cuarteles, no han podido responder la pregunta fundamental: ¿Cuál sería la otra alternativa? ¿Cuál es el Plan B para enfrentar el problema? ¿Pactar con la mafia y entregarles el país a cambio de una simulada tranquilidad? Eso sí que sería un suicidio, la derrota absoluta. Señalan que se requiere prevención y no combate y estamos totalmente de acuerdo: urgen políticas preventivas agresivas e inteligentes para tener resultados a mediano y largo plazo, pero el problema lo tenemos ahora, en este preciso momento, un problema de seguridad nacional, un escenario de guerra auténtico el que se vive en muchas entidades y para eso, y no para otra cosa, está el Ejército Mexicano. Es ahora, justo ahora, cuando los necesitamos en las calles. Señalan los críticos que se requiere estrategia e inteligencia y no combate. ¿Creen acaso que los históricos decomisos y las detenciones de capos se han logrado por casualidades? No es el momento de dar golpes de timón o de perder el rumbo, sino de mantener una unión a prueba de fuego contra la adversidad en el entendido de que no es un camino fácil y toda guerra, por desgracia, exige sacrificios.


El diario El Universal coloca en su primera plana un reportaje dedicado al secretario de Seguridad de Tijuana. Leyzaola ¿héroe o villano? Cuestionan. A algunos les gustan los términos absolutos y tremendistas a la hora de juzgar a un ser humano, pero si Tijuana debe responder a la pregunta, la respuesta de la mayoría sin duda es héroe, porque lo del teniente coronel es, ante todo, una cuestión de actitud, de fe, de entrega, de rechazo total al crimen y su cultura. El tipo de actitud que la ciudadanía y el país demandan en estos momentos.