Eterno Retorno

Tuesday, January 21, 2025

CUATRO OJOS

 


Al cabo de medio siglo de vida e infinidad de párrafos leídos en penumbra, he llegado a la conclusión de que mis ojos agradecen de mil amores la ayuda de unos lentes. No, nadie me ha diagnosticado nada ni he visto oculista alguno y de hecho ni siquiera creía necesitarlos, pero Carol me los prestó la otra noche y una nueva perspectiva espacial se desplegó ante mis ojos. Es como entrar de pronto a una nueva dimensión.  De pronto, las letras desfilaron impúdicamente claras.

Si las letras transpiraran podría ver sus gotas de sudor, las arrugas en sus cuerpos de tinta y las protuberancias en la blanca estepa del papel mientras Theodoros intenta conciliar la mirra y la sangre

¿Cuándo se inventaron los lentes?

Si bien, existen indicios de artefactos ópticos desde épocas tan remotas como el Antiguo Egipto, se atribuye al florentino Salvino D’Armato degli Armati la invención de las gafas modernas a finales del siglo XIII. El diálogo de Fray Guillermo de Baskerville y Nicola en El Nombre de la Rosa de Umberto Eco relata este acontecimiento:

Metió las manos en el sayo y extrajo sus lentes, que dejaron sorprendido a nuestro interlocutor. Nicola cogió la horquilla que Guillermo le ofrecía. La observó con gran interés, y exclamó:

– ¡Oculi de vitro cum capsula! ¡Me habló de ellas cierto fray Giordano que conocí en Pisa! Decía que su invención aún no databa de dos décadas. Pero ya han transcurrido otras dos desde aquella conversación.

– Creo que se inventaron mucho antes -dijo Guillermo-, pero son difíciles de fabricar, y para ello se requieren maestros vidrieros muy expertos. Exigen mucho tiempo y mucho trabajo. Hace diez años un par de estos Viteri ab oculis ad legendum se vendieron en Bolonia por seis sueldos. Hace más de una década el gran maestro Salvino degli Armati me regaló un par, y durante todos estos años los he conservado celosamente como si fuesen, como ya lo son, parte de mi propio cuerpo.

¿Terminarán siendo parte de mi propio rostro? No acabo de reconocerme, pero mis ojos parecen sentirse de maravilla explorando senderos de letras desde atrás de los cristales.