Eterno Retorno

Friday, February 25, 2022

Escuchen a la Doncella, canten The Trooper a todo pulmón, rasguen la noche con ese galopante riff virtuoso

 


 

¿Les gusta esta elegante y lucidora camiseta maideniana? ¿Han probado esta deliciosa cerveza? Pues bien colegas, déjenme decirles que la canción evocada por esta prenda y esta chelita tiene mucho que ver con el momento geopolítico actual, pues habla de un poderoso ejército ruso combatido por una fuerza aliada en territorio ucraniano. The Trooper es una rola icónica. Las seis veces que he visto a la Doncella de Hierro en mi vida la han tocado, con el gran Dickinson vestido como soldado de la Reina agitando la Union Jack. Su riff de apertura es patrimonio cultural de la humanidad. “You’ll take my life but I,ll take yours too” (gracias Juan Massey por recordarme ayer esta hermosa pieza).  La canción, compuesta por el talentoso Steve Harris,  habla de la batalla de Balaclava, en la península de Crimea,  que enfrentó a los británicos contra la Rusia zarista en 1854. Harris se inspiró en el poema La carga de caballería ligera de Lord Alfred Tennyson. El narrador en The Trooper es un soldado de caballería arrojado a una misión suicida. Más allá de una muestra de temerario arrojo, la batalla de Balaclava fue en realidad producto de una negligente y atrabancada estrategia orquestada por Lord Cardigan que costó el inútil sacrificio de miles de soldados británicos. La Guerra de Crimea, peleada de 1854  a 1856,  enfrentó al Imperio Ruso  contra Inglaterra, Francia y Cerdeña que se aliaron con el ya decadente Imperio Otomano. La insaciable Rusia expansionista del zar  Nicolás I, al igual que la de Putin, quería tener el control del Mar Negro apoderándose de la Península de Crimea y llegar hasta Constantinopla. El zar, al igual que hace ahora Putin, se sacó de la manga un pretexto:  la obligación moral rusa de proteger a los cristianos ortodoxos que vivían en el Imperio Otomano y eran hostilizados.

 La de Crimea fue la última guerra antigua o la primera guerra moderna según se le quiera ver. Fue el primer gran conflicto bélico internacional en suelo europeo desde la caída de Napoleón en Waterloo en 1815 y tuvo todavía muchos elementos y códigos de honor de las antiguas guerras napoleónicas, pero al mismo tiempo estrenó una maquinaria de artillería de gran calibre  nunca antes vista así como los fusiles rayados. Por lo que a mi oficio reporteril respecta, la Guerra de Crimea fue importante, pues fue el primer conflicto bélico que tuvo corresponsales en el frente de batalla cubriendo las incidencias. Los colegas del Times de Londres fueron los primeros en reportear, fotografiar  y escribir desde la línea del frente. Fue también la primera guerra con cuerpos de enfermería profesionales (Florence Nightingale anduvo por esos rumbos). Al final (como probablemente volverá a suceder ahora) Rusia tuvo que morder polvo,  tragar agua y ajo y doblar las manos cuando el zar Alejandro II fue obligado a  firmar la paz en París en 1856. Una guerra absurdísima que costó más de medio millón de vidas y anticipó el horror que vendría más de medio siglo después en la Gran Guerra del 14. En fin colegas, escuchen a la Doncella, canten The Trooper a todo pulmón, rasguen la noche con ese galopante riff  virtuoso y recuerden hoy y siempre este mantra: You'd better stand, there's no turning back!!!