Cuando la neblina es ama y señora de los atardeceres, los doce pisos de ladrillo desnudo son un espectro diluido en el gris de noviembre, una sombra difusa, apenas una intuición. Hay tardes en que la niebla lo devora todo. Ante los ojos no hay mar ni horizonte, mucho menos islas. De las olas más furiosas solo queda el retumbar perdido entre el color de los fantasmas. El resto es brisa helada, el abrazo de un Pacífico inodoro, el vacío. Solo el vacío.
Ante la niebla el edificio es sustancia de sueños, una visión que de un momento a otro puede vaporizarse como los miles de dólares de los ilusos que depositaron sus pretensiones de grandeza en esos ladrillos. La tarde oscura al menos concede un espacio a la fabulación, pero el mediodía soleado espeta la ruina con desparpajo. Frente al mar solo hay doce pisos de block y varilla pelada, un esqueleto de piedra carcomida, puro herrumbre salitroso para atrapar los mejores atardeceres de toda la Baja, los crepúsculos del millón de dólares prometidos por Neptuno.
Redactamos una serie de iniciativas para presentar ante el congreso local bajacaliforniano en afán de que el gobierno estatal ofreciera estímulos y compensaciones a los ciudadanos responsables que optaran por retirarse a tiempo. La sociedad condena al suicida; le llama cobarde, pecador, enemigo de la vida, promotor de la puerta falsa, sin darse cuenta que es uno de los mayores ejemplos de responsabilidad y solidaridad que existen en nuestro mundo. El gobierno debería premiar a esos héroes ciudadanos. Nuestra primera propuesta, fue que el gobierno ofreciera plena cobertura de gastos funerarios a los suicidas y un seguro temporal para sus deudos. Mientras las compañías aseguradoras niegan los beneficios del seguro de vida a quienes se suicidan, Retírate a Tiempo impulsa prestaciones y apoyos extraordinarios para aquellos seres tan conscientes y responsables que deciden a tiempo su propio fin.
Cada que en la sección policiaca de los periódicos se publicaba la nota roja de algún suicidio con la típica expresión rimbombante de la “puerta falsa” nosotros la incluíamos en un marco especial de nuestra página destacando al suicida en cuestión como un ejemplo de empatía ciudadana, un nuevo ángel en el cielo de los que supieron retirarse a tiempo, sin omitir un llamado a los medios de comunicación para que dejaran de juzgar y adjetivar como cobardes, confundidos o deprimidos a los ciudadanos conscientes.
En nuestra galería de ejemplos incluimos por supuesto a los esquimales de El país de las sombras largas, aunque haciendo énfasis en que lo deseable es no esperar a ser tan viejos. El símbolo, mascota y logotipo de nuestra organización pro suicida de dos integrantes, fue el lemming, un roedor ártico que se arroja a los mares helados para evitar la sobrepoblación de su especie. Pablo dibujó un simpático ratoncito arrojándose por un acantilado, mismo que se convirtió en nuestra imagen promocional. No me pasó desapercibido el parecido del lemming con el hámster, el animalito que con su repentina muerte sembró la semilla de mi impulso suicida en la infancia.
Friday, January 02, 2015
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