Eterno Retorno

Wednesday, February 02, 2011




Oh Baby baby its a wild world, its hard to get back...
Esta será la octava noche de Canica fuera de casa y su sombra se ha transformado en ama y señora de nuestras vidas. Los últimos ocho días de nuestras existencias han sido consagrados a ella. Si no hubiera brincado por esa rendija abierta de la ventana del carro, nuestra vida en estos últimos ocho días hubiera sido harto distinta. Pero Canica, su sombra, su recuerdo y la inquietud que provoca su ausencia, son el leitmotiv de esta temporada. Hoy, Día de la Candelaria, se han presentado con derroche de furia los vientos de Santa Ana. Vientos helados y secos, ráfagas furiosas de hasta 104 kilómetros por hora. Los vientos de Santa Ana me recuerdan lo mucho que deseo escribir y debo escribir. Hay una historia hirviendo en mi cabeza, hay mil demonios que me llaman. Vientos de brujas, con sus hechizos a cuestas, con su carga de presagios, con su mensaje velado. Un volcán de historias en espera de hacer erupción, letras prófugas revoloteando como moscardones frente a mis ojos. El deja vu ha estado severo estos días. Esto lo he soñado. Hay un par de situaciones que fueron tan regresivas, esencia pura de subconsciente en ebullición, de monstruos dormidos en las alcobas de la mente. No quiero ceder al vicio de metaforizar y sacar tajada literaria de cada mínimo acto. Carajo, se ha perdido nuestra perrita y la estamos buscando, eso es todo, pero todos los caminos, los extraños caminos, me llevan de regreso a la página de un libro. Buscar a la Canica ha sido profundamente austeriano. De pronto, soy Quinn, el personaje de Ciudad de Cristal en su acecho permanente que acaba por transformarlo en indigente. Todo se reduce a sitios y horarios. Te apartas unos metros y unos minutos del caminito y has entrado en los territorios del caos. Trastorna un poco tus horarios y tus lugares. No debes ir muy lejos. Basta con una corta distancia. Para ser otra persona y estar colocado en una situación atípica que jamás enfrentarías hace falta tan poco. La realidad aparte camina a tu lado y no te enteras. ¿Qué haces un domingo a las 4:00 de la más helada madrugada dentro de unas instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad? ¿Qué hace una pareja con un bebé recorriendo oscurísimos callejones? Hablas con militares, guardias, viene-vienes, teporochos y sinquehaceres diversos. Cada rincón urbano es un pequeño ecosistema con sus respectivas leyes de la selva. ¿De verdad conocías Rosarito? Carajo, vives aquí y parece ser que hasta esta semana lo estás descubriendo. A un lado de la carretera por donde cruzas todos los días se tejen las más macabras de las vidas. Vidas rotas, podridas, mórbidos rompecabezas de seres que deambulan a lado del camino. Canica podía estar aquí, en su casa, en este castillito de arena donde hay una cama y un calentador, un plato de comida siempre lleno y una mano amiga. Pero la capa que nos separa del afuera es delegada, un muro de vapor. Tu zona de seguridad y certezas, de cimientos y razones se hace pedazos con soplar un poco. Cruzar el umbral del afuera, el umbral del mundo violento. Oh Baby its a Wild World. Vaya que si es salvaje este mundo nuestro. En algún lugar de ese wild world se oculta Canica. Era búsqueda y se transformó en cacería y hoy es búsqueda y cacería a la vez, pues la has perdido de nuevo. Vas y vienes todos los días por el mismo camino pero jamás miras a tu alrededor, jamás apartas la vista unos cuantos centímetros. El Calimax de Rosarito ¿Cuántas veces has hecho la compra ahí en los últimos siete años de tu vida? ¿Y cuándo habías reparado en sus alrededores, en su contenedor de basura, en la inmensidad de los baldíos que lo rodean? Mundos ocultos a unos centímetros de ti. ¿Austeriano he dicho? Sí, pero esto más bien huele a Carlos Castaneda. El mundo es un lugar infinitamente extraño, un sitio poblado de misterios. Sólo hace falta aprender a “ver” y “volverse cazador” y eso es precisamente lo que hemos hecho estos días candelarios de vientos furiosos e inquietos presagios. Algo va a pasar.