Eterno Retorno

Friday, May 19, 2023

Fuck luismi

 


Si de gustos musicales hablamos, desde pequeño he vivido inmerso en una suerte de autismo metalero. Lo que está fuera de las fronteras del rock duro simplemente no existe para mí. Claro, mis fronteras son amplísimas y aunque lo mío es el Heavy Metal más puro y ortodoxo, soy aficionado de muchos géneros que van del Rock and Roll Clásico,  el Hard Rock y el Progre, hasta el Death Metal, el Black Metal o el Punk Hard Core o el Rock Radikal Vasco. Vaya, aunque mi mero mole es Iron Maiden, Motorhead o Black Sabbath, muy a menudo voy por la carretera Escénica pisando el acelerador a fondo  con un disco de los Rolling Stones a todo volumen,  pero también puedo ir con uno de Carcass o Eskorbuto. Soy tan feliz con virtuosos como Rush y Dream Theatre que con atascados como Venom o Mayhem  (con un paréntesis aparte para el Rock Argentino  que siempre ha sido mi perdición).  

Lo confieso: difícilmente compraría por mi iniciativa un disco o un boleto para un concierto que no sea de rock, pero eso no significa que sea intolerante a otros géneros. De hecho, si estoy en una carne asada o me estoy tomando unas cervezas contigo y me pones vallenatos colombianos o tangos argentinos puedo ser inmensamente  feliz. Puedo ponerme alegre a cantar si me pones Tigres del Norte o Bronco, pero también si me pones José José o Juan Gabriel y por supuesto José Alfredo Jiménez, que me encanta. Hay muchísima música que no es rock que disfruto honestamente y me emociona.

El problema es que también hay toneladas de música que me resulta absolutamente despreciable,  aborrecible y bajo ninguna circunstancia tolero escuchar. Quizá la obviedad sea el reguetón, que ni haciendo acopio de tolerancia puedo soportar. Es como un sonsonete molesto y cagante que tus oídos exigen apagar de inmediato. De hecho, si tengo que elegir, creo que me es mucho más  llevadero escuchar corridos tumbados que reguetón (los corridos no me molestan, para ser honesto).

Pero claro, la música aborrecible no acaba ahí. Hay toneladas de popcitos insulsos y romanticoides que te toman por asalto en cualquier centro comercial o sala de espera. Me puse entonces a pensar cuál sería el top de lo despreciable  musicalmente hablando. Así como Iron Maiden, Motorhead y Slayer están en mi top de favoritos, hay un top de sonidos que bajo ninguna circunstancia puedo soportar.

Estoy a punto de decir que el primer lugar de lo despreciable lo ocupa el reguetón, pero no. El primerísimo lugar de lo que me da más asco en cualquier género musical  se llama luis miguel. La razón es sencilla: el reguetón llevo unos diez años padeciéndolo, pero a luis miguel lo tengo que padecer desde que era niño. Creo que desde 1986 a la fecha que sus bodrios da canciones me salen al paso a cada momento, así que por derechos de antigüedad se lleva el título a lo más pestilente. De ahí que me resulte inconcebible ver actualmente a  tantísimas personas en lista de espera y pagando miles de pesos para ver a esa basura. Queda claro que el mundo y yo no nos entendemos. Lo que para algunos vale miles de pesos para mí es un pedazo de mierda.

Obvia decir que yo no pagaría medio centavo por ver esa porquería, pero incluso si me regalaras unos boletos vip los despreciaría. Es más, no iría a ver ese bodrio ni aunque me pagaras por hacerlo. Ante mí,  luis miguel encarna una de las manifestaciones más despreciables y odiosas de la mexicanidad contemporánea: cursi,  ñoño, pedante, romanticoide, clasista, mamón, carente de la más mínima gracia o chispa. Ni compone ni toca instrumentos y simplemente se limita a desgraciar baladas que ya de por sí son cursis.

Pero claro, aún en la mierda hay categorías. Cuando crees que has tocado fondo, siempre hay un escalón más abajo. Y es que lo único que pude ser peor a luis miguel es… ¡luis miguel cantando villancicos!!! Eso sí ya raya en la tortura. Creo que me es más tolerable masticar una cucaracha  embarrada con caca que oír eso.

Blue Moon

 


La luna de mayo es azul. Azulísima, mancuniana y ciudadana.  Colegas: llevo casi cuatro décadas viendo futbol ininterrumpidamente cada semana y con conocimiento de causa puedo decirles que lo visto el miércoles en Manchester ha sido una de las expresiones más acabadas de un partido rayano en la perfección. Una orquesta sinfónica tocando con exacta y  malévola pulcritud. Así como Nadia Elena Comăneci tuvo un diez  en gimnasia, creo que ayer los Ciudadanos dieron la nota perfecta. El guardiolismo como una de las bellas artes. Yo pensaba que la más alta expresión del script de Pep lo habíamos visto en el casi perfecto Barcelona de 2010 con Xavi, Iniesta y Messi. Con brutal honestidad pensé que Guardiola jamás superaría semejante concierto blaugrana,  pero trece años después lo ha hecho y trapeó al Madrid del mismísimo Ancelotti. Casi nada.  El primer tiempo del City es de esas obras de arte que cualquier entrenador debería enmarcar en oro y mostrar por siempre a sus pupilos para dejar claro que la perfección futbolística existe. Ni siquiera logro descifrar la formación, una suerte de pentagrama letal  formado por Stones, Rodri, Gündogan,  Bernardo Silva, De Bruyne…uff. Lo mejor de Madrid fue Courtois. Le sacó tres a Haaland de la raya que yo ya había cantado como goles. Yo sé que hiere decirlo, amigos merengues, pero el juego pudo quedar  7-0 sin problema alguno. Hay partidos perfectos y el del miércoles  fue uno de ellos. El día que cumplí 15 años de edad, el 21 de abril de 1989, el Milán de Gullit y Van Basten aplastó 5-0 al Real Madrid de Hugo en la semifinal de la Orejona y fue la graduación del mejor cuadro lombardo de la historia. Aquel fue un partido de nota perfecta. Han pasado 34 años y otra vez en una semifinal orejona vuelvo a ver a un equipo jugar como orquesta.  Cierto, Inter es un equipazo, Lautaro está on fire, pero creo que nada impedirá la coronación del City en Estambul.

Pd- Sé  que los carnalitos Gallagher pueden llegar a ser odiosos, pero justo es reconocer que llevan la camiseta del Man City desde que estaban en segunda división, cuando eran los pobretones de la ciudad industrial y el United de Ferguson ganaba todo. La rueda de la fortuna es cabrona. ¿Se reunirá Oasis si levantan la Orejona en Estambul?

Pd- Por la noche, con mi camiseta Tigre bien puesta, me entregué a una velada de marrullerías y suciedades arbitrales. Con un “gol” que jamás entró y anulándonos uno legítimo, la basura rayada sacó un empate de San Nicolás. Yo sé que ellos son favoritos. Vaya, el Tigres más inestable y quebrado del siglo, con tres directores técnicos en cinco meses, con tres pilares fundamentales  lesionados,  jugando contra un Monterrey súper líder que batió su récord histórico  de puntos y ¿qué vimos?

Hago memoria de los clásicos de liguilla en los últimos 20 años desde que el Tuca se enfrentó a Pasarella en 2003 o Bato al Piojo en 2005 y mi conclusión es que nunca, pero lo que se dice nunca,  había visto a un equipo tan patético, soso, medroso y descafeinado como el rayados de anoche.

Podrán presumir 40 puntos, pero nunca en un clásico de liguilla vi un equipo tan de camión atrás como el de anoche. La peor versión en 20 años. La Vuce- cobardía Algunos le llaman futbol inteligente. Yo le llamo por su nombre: RATONERO.

Pd- Nada que decir sobre el clásico de los villamelones

Thursday, May 18, 2023

el aferre de la naturaleza silvestre enmarcando momentos dramáticos

 


Hey colega, para el reloj un par de minutos, deja de mirar la pantalla de tu celular y échale un ojo a tu entorno. Fíjate: nuestros cerros, tradicionalmente yermos y pelones, están atiborrados de flores amarillas. No recuerdo una primavera con tantísimas flores cubriendo las laderas de Tijuana. Lo prolongado de las lluvias, la terquedad de los vientos y los cielos nublados le han confeccionado una falda de pétalos a nuestros montes. Me gusta esta belleza tan simple, espontánea y baldía que nada pretende y sin embargo está ahí, maquillando a Tijuana en uno de sus momentos más complicados como ciudad. El momento en que todo implosiona y la catarsis del caos dice presente. Me da esperanza pensar en el aferre de la naturaleza silvestre enmarcando momentos dramáticos. Acaso para miles de migrantes que solo habrán contemplado Tijuana durante unos días o unas horas, ese sea el recuerdo que quede: una caótica ciudad de cielos nublados y flores baldías cubriendo montes y cañones en perpetuo desmoronamiento. Con cuántas miradas puedes reconstruir e imaginar una ciudad. Aunque a menudo intento mirarla como si fuera un perfecto extraño recién llegado, a mí ya no me será dado contemplarla con los ojos de un migrante. La mirada de una niña centroamericana que patea una pelota junto a una barda fronteriza. La mirada de un padre de familia que aguarda desesperado una respuesta a su petición de asilo o la improbable oportunidad de un cruce furtivo. Para miles de ellos Tijuana será tan solo una angustiante sala de espera acampando frente un muro, una estación de paso, pero para otros tantos acabará siendo un hogar como lo es para mí y una ciudad oculta revelará ante sus ojos.

Aquí, frente a nosotros, hay un complicado tejido de destinos, un mar de velas bajo una tormenta, un cruce de relatos que nunca me será dado conocer y que acaso se evaporará e irá a vivir al limbo donde moran las historias de lo que pudo haber sido.

 

Friday, May 12, 2023

Rinconcito

 


No exagero si les digo que más del 96% de los párrafos que he publicado o compartido en los últimos once años de mi vida han sido escritos en este rinconcito del mundo, sentado sobre esa silla y mirando siempre en la misma dirección, con el Pappo haciéndome guardia a menos de un metro. De aquí han brotado catorce libros, chingos de artículos, columnas, posts, encargos diversos y también toneladas de garabatos sin publicar. Conste que si dejo un 4% restante en mi hipotética estadística escritural, es por las veces en que escribo en hoteles o aeropuertos cuando estoy de viaje. La última vez que tuve un lugar de trabajo fuera del hogar se remonta al 2012. Por más de década y media escribí desde redacciones de periódicos, pero ahora mi oficina es este lugar, que es también el comedor de la casa. Sí, en el piso de arriba hay un escritorio que en teoría fue diseñado especialmente para trabajar, pero los hábitos se transforman en leyes y yo, animal de costumbres, estoy acostumbrado a trabajar siempre aquí, sentado de espaldas al patio por donde se pone el sol en la tarde y mirando hacia la sala, por cuya ventana entra la primera luz de la mañana que muy a menudo recibo escribiendo a mano. Hagan sus apuestas: ¿Podría cambiar mi rincón creativo? ¿Se destaparía una válvula desconocida si intentara trabajar desde otro lugar o me enfrentaría a un bloqueo neuronal feroz? Como dirían los Héroes del Silencio: este es mi sitio.

Thursday, May 11, 2023

Yacemos en el ojo del Tornado de Almas

 


 

Esta esperpéntica barda fronteriza es parte nuestra vida cotidiana pero muy a menudo olvidamos su significado  y nos limitamos a mirarla como una monserga que afea el paisaje. Una estampa de nuestro día a día que hoy vuelve a estar en las noticias de todo el mundo. Medios de todos los países hablan de una alerta humanitaria mientras ríos humanos desembocan en este gran estuario fronterizo. 

La historia de humanidad ha sido escrita por hordas migrantes. Un día, unos cavernícolas de Siberia cruzaron el Estrecho de Bering y poblaron un descomunal continente donde no había Homo Sapiens. Hace 530  años, unos intrépidos navegantes cruzaron el Atlántico y repoblaron esa misma masa continental que hasta ese día era libre de cristianos.

Vaya, la  historia de nuestro vecinito  es la historia de millones de migrantes: pilgrims puritanos perseguidos; esclavos africanos herrados como reses;  buscadores de oro; vaqueros furtivos;  tramperos barbones  y cazadores de fortuna de toda calaña; italianos, polacos e irlandeses con una mano adelante y otra atrás y millones de hispanoamericanos. El nuestro es un  planeta que migra y nosotros somos uno de los centros neurálgicos de la migración mundial.

Dentro de dos  horas expirará el Título 42 y cientos de migrantes aguardan un milagro hacinados junto la barda. Una tormenta de destinos. La geopolítica mundial estornuda y nosotros ardemos en fiebre.  El planeta entero es una diáspora y uno de los más desgarradores dramas de nuestro tiempo se escenifica en nuestras calles. El espíritu de la época sienta sus reales afuera de nuestra casa. Yacemos en el ojo del Tornado de Almas.

Yo por eso no me junto con escritores

 



Duplas literarias. Hermandades, asociaciones o némesis capaces de trascender más allá de la mutua admiración y el recelo. La más honesta, duradera y productiva – ni duda cabe- es la de Borges y Bioy. Más de medio siglo cenando, leyendo, chismeando y envejeciendo juntos arrojaron una obra conjunta que vale por sí misma. Bustos Domecq (con su Isidro Parodi) y Suárez Lynch no son Borges o Bioy sino Jorge Adolfo Biorges, el escritor bicéfalo del que habla Álvaro Uribe. Borges y Bioy realmente crearon un tercer escritor amalgamado con personalidad y estilo propio. Ello por no hablar de su fructífera labor como editores y compiladores que tiene su pico más alto en la Antología de la literatura fantástica en donde se suma la enigmática Silvina Ocampo, testigo y partícipe de esa obsesiva encarnación de siameses escriturales. Por fortuna, Lumen acaba de reeditar su obra completa en colaboración en un solo volumen de casi 600 páginas.

Ya sea por terquedad, costumbre o manías compartidas, pero la de Borges y Bioy me parece la más honesta de las amistades literarias. Cierto, aunque hermanados en su condición de burgueses porteños (Adolfo rayano en lo aristocrático) y sus no pocas afinidades literarias, sus dosis de testosterona eran radicalmente desiguales. Bioy seductor, casanova, picaflor y extraordinario tenista, mientras Georgie bordeaba con la asexualidad y la frigidez, eternamente pegado a su madre. Sus mayores deslices fueron sus torpes tentativas románticas con Estela Canto y su casto romance de senectud con María Kodama. Se admiraron mutuamente y se quisieron, aunque más de uno considera una traición que Bioy diseccionara y revelara tantísimas intimidades en su monumental diario llamado simplemente Borges, en donde no se guardó absolutamente nada. En cualquier caso es de agradecer y admirar que ninguno de ellos cediera nunca al mal vicio de la política. Sus patrias fueron sus bibliotecas y su única bandera la escritura.
Por supuesto, no se puede decir lo mismo de Gabo y Marito. Con personalidades mucho más cercanas al macho alfa y más elevadas dosis de testosterona (sobre todo el peruano), era complicado por no decir imposible que esta amistad se mantuviera. Y sin embargo, en algún momento se profesaron una mutua y sincera admiración nunca exenta de envidia. Con el inevitable recelo a cuestas, creo que en algún momento la amistad fue sincera. De hecho la devoción de Marito derivó en un ensayo monumental, Historia de un deicidio. Eran las dos luminarias del Boom, los rockstars indiscutibles de dicha onomatopeya, las más despampanantes joyas del cofre de Carmen Balcells unidos por una intencional vecindad catalana cuando ambos estaban ya en los cuernos de la luna. Gabo le propuso a Marito una novela a cuatro manos, algo sobre historia y dictadores latinoamericanos. Algo interesante habría salido (aunque no sé si tan genial como lo de Biorges). En cualquier caso, el soberano chingadazo asestado por el peruano al colombiano afuera del cine rompió para siempre la amistad. Años después acabaron políticamente polarizados, Gabo como abanderado ideológico de la izquierda más anacrónica, cursi y silviorodrigoza y Marito como vocero del neoliberalismo más rapaz. Ambos son monumentales novelistas. Por la cadencia de la prosa y su vena reporteril, pongo medio escaloncito arriba la obra de Gabo aunque políticamente me confieso mucho más del lado de Mario. El año pasado me leí en media tarde su conversatorio en Lima en 1967 y ahora en un trayecto entre Bogotá y Tijuana, me chuté el folletinesco chismógrafo de Jaime Bayly llamado simplemente Los genios.
Y para rematar don Octa y Carlitos. En algún momento, cuando estaba cruzando la frontera de mis veinte, sus obras fueron omnipresentes en mi vida, pero con la edad adulta me he ido alejando de ambos (nunca he dejado de leer a Borges, a Gabo o a Vargas Llosa, pero hace un rato que no abro un libro de Fuentes y de Paz me dio apenas por releer mostrencos poemas durante la pandemia). Tal vez por ser mis compatriotas o por conocer tan bien el contexto tan odiosamente priista en el que se desarrollaron, pero el caso es que desconfío de ambos. Sin embargo, en algún momento El arco y la lira y La llama doble fueron algo más que una revelación, como en su momento lo fue Aura, La región más transparente o El espejo enterrado. Dos machos Alfa a los que el espíritu de la época condena por maltratar a Elena Garro y a Rita Macedo y sin embargo eso que llamamos literatura mexicana no podría explicarse sin su influencia y su aún (queramos o no) omnipresente sombra. Sosegadamente leo Estrella de dos puntas de Malva Flores. Bayly escribió un folletín de revista del corazón sobre Gabo y Marito; Malva, en cambio, ha escrito un señor Ensayo sobre Fuentes y Paz.
En fin, con esos amigos…
Yo por eso no me junto con escritores.

Wednesday, May 10, 2023

Hábrika trata de volver a esa habitación oculta como Ulises a su Ítaca

 


Ignacio tenía diez años de edad cuando atravesó furtivamente el umbral. Desde entonces nada fue igual. 

Ocurrió una mañana de 1963 en la antigua escuela Cuauhtémoc de Mexicali.

Siempre escapista  e inquieto, Ignacio corría a la deriva durante el recreo,   lejos del bullicio que armaban sus compañeros de tercero de primaria.

Fue entonces cuando al final del jardín  apareció la puerta.

Una extraña puerta de lámina que nunca antes había visto. La curiosidad fue más fuerte que el temor e Ignacio cedió al impulso de empujarla. La puerta se abrió y frente a él apareció otro mundo, fascinante y enigmático.

Ahí, en un cuarto que olía a encierro y humedad, yacían caballetes, pinceles, lápices,  pinturas al óleo cubiertas de polvo y olvido.

Ahí había colores y formas en permanente explosión; geometría onírica. Imágenes hablando su propio lenguaje dentro del abstracto reino oculto que solo Ignacio conocía.

Entonces el niño tuvo una revelación: su camino de vida estaría por siempre hermanado a ese universo de misterio e iluminación.

Aquella ocasión fue única e irrepetible. Días después, cuando a escondidas Ignacio retornó  al lugar, encontró la puerta cerrada con candado. Jamás volvería a abrirse.  Nunca más le fue dado retornar a aquel reino secreto.

Creo que desde entonces, entre multitudes y escaleras,  Ignacio Hábrika trata de volver a esa habitación oculta como Ulises a su Ítaca  y cruzar furtivamente aquella puerta.

¿Qué enigma ocultan esos seres sin rostro que marchan en multitud? ¿Oníricas sombras acaso?

 Contemplo la obra de Hábrika e intuyo  pura sustancia de duermevela  separada por un abismo de la cadena de significados, respuestas y verdades absolutas, ahí donde la razón es una cáscara de nuez que yace a la deriva flotando en un océano en tormenta.

¿A dónde conducen esas escaleras? Intuyo noches blancas y territorios límbicos. Blanca es la noche de ojos derretidos y tercos alucinajes hermafroditas, como roja  e ignota es la madrugada desnuda de artificios, cuando en la playa neuronal del sueño de la razón no sobrevive al alba monstruo alguno, ni vestigios de alta marea y tempestades de antaño.

La escalera es de carbón o de ceniza o acaso sea pura cera derretida. En cualquier caso, conduce a alguna parte.

Pierdo la mirada en la obra de Hábrika y por herencia me queda la sensación de navegar en barcos de arena e intuir naufragios como quien intuye islas encantadas y cantos blasfemos de sirenas donde los poetas marchan en bicicleta al destierro.

Ir deshojando instantes de vida como quien deshoja flores marchitas y peldaños de una escalera que sube o desciende  hacía la habitación donde yacían ocultos los caballetes y los óleos.

Acaso Ignacio quiera retornar a ese preciso instante y tal vez por ello se ha dado a la tarea de inducir a tantos niños al embrujo del arte, llevándolos a navegar por ínsulas y penínsulas en un viaje que nunca termina. (DSB)

Tuesday, May 09, 2023

CINCO COPAS


 

No alcancé a verlo jugar pero vaya que lo vi dirigir y como entrenador era un espectáculo. Aquellos Ates de Morelia eran un deleite en la cancha pero lo mejor era sentir la pasión con la que La Tota Carbajal vivía los partidos y emocionarnos con sus mil y un rituales y supersticiones. Sentarse en la banca cinco minutos después de iniciado el partido, salir de la cancha cinco minutos antes del silbatazo final, mirar a la tribuna cuando se marcaba algún penal y llenar el vestidor y la banca de amuletos y escapularios. Era espectacular verlo encarar a los árbitros, festejar eufóricamente los goles y emitir declaraciones brutalmente honestas que rompían con lo predecible.

Jugó cinco mundiales en la era en que los balones eran rocas de cuero y fue líder moral de una selección siempre náufraga. En 1962 festejó su cumpleaños con el primer triunfo mundialista en la historia del tricolor frente al futuro subcampeón Checoslovaquia y se retiró en Wembley manteniendo el cero contra la garra charrúa en una portería donde colgaba un rosario y un par de medallas Lo mejor fue que desde Brasil 1950 a Inglaterra 1966 jugó siempre con el mismo viejo suéter que luego de 16 años de uso rudo yacía percudido y lleno de hoyos.
Por azares del destino me tocó acudir al último juego que dirigió en su carrera. Fue un Tigres vs Morelia en septiembre de 1995. Creo que aquellos Canarios fueron la última expresión de futbol romántico que hubo en nuestra liga
La Tota se retiró de la dirección técnica y se fue a vivir humildemente ejerciendo su oficio de vidriero en el centro de su natal León. Hoy, mientras veía el Real Madrid vs Manchester City, me enteré de su fallecimiento y pensé que nada queda ya de aquel futbol tan canijamente humano y honesto que él representó. Simplemente hoy en día los contratos con las marcas multinacionales deportivas le habrían impedido usar el mismo suéter en cinco mundiales y los ridículos protocolos de la liga sin duda sancionarían sus rituales. La Tota enarboló la bandera de un futbol de sudor, huevos y corazón. Una era se ha ido para siempre. Grande Cinco Copas. La próxima es a tu salud.

Saturday, May 06, 2023

Hay algo esencialmente esperpéntico en la coronación de un rey

 


Hay algo esencialmente esperpéntico en la coronación de un rey, una teatralización del ridículo absoluto. Toda liturgia de poder es por definición circense, pero en estos tiempos el cirquito en cuestión  tiene esencia de escupitajo en la cara, un vil insulto a la injuria. Para mí tiene el mismo valor de un ride de Disney, una puesta en escena de parque temático.

“La humanidad sólo será libre cuando el último rey sea ahorcado con las tripas del último sacerdote”. Lo siento si te resulto visceral y anacrónico, pero esa frase de Denis Diderot (o acaso del abate Jean Meslier) es uno mis mantras de vida. Yo soy pura esencia del Siglo de las Luces y creo que solo el regicidio y el deicidio nos liberan como humanidad. Solo un mundo sin dioses y sin reyes puede aspirar a ser un mundo libre.

Sí, ya hemos hecho nuestros esfuerzos por matar reyecitos, pero al final volvemos a las andadas monárquicas. Casi un siglo y medio antes de que los franceses inventaran su guillotina, los ingleses le cortaron la cabeza a su rey. Al primero de los Carlitos (Estuardo se apellidaba y era escocés)  lo decapitaron a hachazo vil en 1649. Como aún no creaban la eficientísima guillotina, el corte del cuello dependía del músculo y el buen pulso de un verdugo fortachón. Agárrate si el verdugo amanecía crudo el día de la ejecución.

Oliver Cromwell convirtió a Inglaterra en una mancomunidad republicana. Durante una década no hubo rey ni reina en Londres, pero Cromwell era esencialmente un mojigato. Lord Protector, devoto del providencialismo, se creía un enviado de dios pero la malaria no le perdonó la vida y la posteridad se le orinó encima. Su cuerpo podrido fue desenterrado y “ejecutado”, su cabeza exhibida y arrastrada en Westminister mientras los británicos restauraban la monarquía en 1660 con el segundo de los Carlitos, el hijo del descabezado, que se llevó de maravilla con el recién creado parlamento e inventó el jueguito de Whigs contra Torys para mantenerlos entretenidos. Desde entonces la monarquía inglesa se mantiene sin interrupciones y ahora el tercero de los Carlitos, yaciente en plena andropausia, vuelve a escenificar la añeja y lucrativa comedia.

El pueblo necesita tradiciones que le generen sentido de pertenencia e identidad, dicen y el Hola y las revistas del corazón necesitan fotos.  “God save the Queen cause tourists are money”, cantó Sex Pistols en el 77 y no le faltaba razón, pero Johnny Rotten se transformó en una ridícula tía gorda trumpista y ese brote que llamaban punk acabó siendo parte esencial del circo.

Ni modo, qué le vamos a hacer. Nos gusta el montaje y las celebradas tradiciones  incluyen mantras y rituales anacrónicos. Carlitos no solo es el rey de los británicos, sino el defensor de la fe, una suerte de sumo pontífice de la iglesia anglicana, esa religión de microondas creada a las prisas por Enrique VIII para poderse divorciar de Catalina y casarse por la ley divina con Ana Bolena para acto seguido aburrirse de ella y mandarla decapitar, así como el tercer Carlitos y Diana se aburrieron y se odiaron mutuamente, pero a falta de decapitación siempre habrá oportunos accidentes automovilísticos. El siempre puntual diosito anglicano salve a Camilia.

¿Y si a Carlitos le diera por proclamarse ateo o librepensador? ¿Se lo permite su papel de defensor de la fe? En la era del Homo Deus aún hay monarcas pontífices. Yorks, Plantagenets, Lancasters, Tudors, Windsors, all of them rotten to the core. Venga Carlitos, heredero del rey Arturo y la reina Ginebra que le hizo de chivo los tamales con Lancelot. No caerás en combate como Ricardo III (el último rey en morir en batalla) pero acaso eres tan feo y poco agraciado como él, pero no tienes un Shakespeare que se inspire en ti para una tragedia. Acaso la inteligencia artificial narre tu historia como ya lo ha hecho Netflix.

Y no colegas, no crean que no miro mi realidad y la cruz de mi mexicanísima parroquia. Cierto, por  estos rumbos tenochas a los reyes no les ha ido muy bien que digamos. A Moctezuma lo mató su pueblo a pedradas y a Iturbide y a Maximiliano los dejaron como coladeras en paredones republicanos, pero esa vocación regicida no nos ha impedido tener hartos presidentitos con complejo de reyezuelos que con todo y su aura de republicana democracia, no son más que merolicos de opereta jugando al monarca absoluto. Solo mira a tu alrededor

 

En fin. Faltan tripas de pontífices para ahorcar reyezuelos. No ha servido de mucho que digamos, pero nada perdemos con seguir intentándolo. Lo siento: este sábado amanecí un poco anarco.