Eterno Retorno

Sunday, December 28, 2025

Otro yo


 

Hace no mucho tiempo, este podría haber sido para mí un típico post de Día de los Inocentes. Decir que hoy me resulta de lo más normal despertar un domingo a las 5:30 de la mañana y atravesar la ciudad para ver el amanecer en el Parque Esperanto. Decir que desperté fresquecito, pues la noche anterior no bebí gota de alcohol (de hecho llevo dos meses y medio sin beber una sola cerveza y tan solo bebo vino tinto de vez en cuando para cenar). Narrar que caminé nueve kilómetros alrededor de la presa sin asomo de cansancio y poder afirmar que hacía mucho tiempo no me sentía tan bien. Antes me enfurecía que me dieran consejos de vida sana y trataran de evangelizarme con temas de dieta y ejercicio, pero hoy reconozco que tenían razón. Agradezco de nuevo a los buenos amigos que me empujan al lado saludable de la vida. Habrá quien piense que por ser 28 de diciembre estoy bromeando, pero en esta ocasión es real. Basta meterle un buen kilometraje a tus tenis y liberar tu organismo de porquerías para sentir que por arte de magia brota otro yo, tu Doppelgänger más sano. Es clave que Carol De Hoyos esté en el mismo tren, pues ambos nos echamos porras. Aún falta muchísimo, pero la máquina ya está encendida y el engranaje girando.

Saturday, December 27, 2025

Tsundokuseado jarcor

 

 

 


Lo confieso: no he podido rehabilitarme. He superado y metido en cintura unos cuantos vicios y debilidades, pero el Tsundoku que padezco no he podido controlarlo. Me llama mucho la atención que en lengua japonesa exista un término tan exacto para nombrar mi padecimiento

Tsundoku proviene de la unión de los términos tsunde oku (積んでおく), que significa apilar cosas y dejarlas ahí para más tarde, y dokusho (読書), que significa leer libros. En su grafía actual, la palabra combina los caracteres o kanji de "apilar" () y "leer" (). Lecturas apiladas.

La definición es perfecta, porque los libros apilados en anárquicos cerros es la manifestación más clara e inocultable de la enfermedad. Muchos rincones de la casa y del carro están copados por montoncitos de libros.

Hubo una época en que fui un lector rigurosamente monógamo. Me mantenía fiel a un único libro y no lo soltaba hasta llegar a la última página. Tal vez por ello desarrollé relaciones tan simbióticas y pasionales con ciertas obras. Extraño cuando un solo libro tenía la capacidad de abducirme por completo.  Hoy soy un lector promiscúo que pica aquí y allá. Hay cientos de libros en casa que he leído solo parcialmente

Me he resignado a que el resto de mi vida no bastará para leer por completo y hasta agotar todos los libros que tengo en sala de espera. Aunque a partir de este momento dejaran de entrar nuevos libros a casa, tardaría hartos años en agotar todas las lecturas pendientes y eso me aterra.

Sin embargo, siempre que estoy en una librería o en una feria libresca, se desarrolla en mi interior una encarnizada batalla. Cuando un libro llama mi atención entra en escena un angelito disciplinado y responsable con esencia de Mary Kondo que me hace ver el durísimo panorama: detente Dany, no seas voraz, ya ni la chingas, ya no te sobra un miserable resquicio donde colocar ese nuevo libro y su destino será acabar arrumbado en el carro y nunca te darás el tiempo de leerlo completo. Y justo cuando estoy a punto de devolver al libro al estante, entra en escena un diablejo anárquico y hedonista a sorrajarle un patadón en el culo al angelito Mary Kondo mientras me dice “ándale Dany, vamos, que te valga un carajo, tú pepénalo y date el gusto, pues todo libro es un viaje, una aventura, una puerta o escalera hacia alguna parte misteriosa y fascinante y éste a lo mejor te lleva a donde nunca has ido. No te preocupes, ya le encontrarás un lugar”.

 La mala noticia, es que el Diablito suele ganar la batalla.

Wednesday, December 24, 2025

El Apóstata en Nochebuena


 

1- Una experiencia particularmente intensa, diríase mística, la viví el 9 de agosto de 2024 en la catedral católica de Myeong-dong en Seúl. Entré a la iglesia cuando se estaba celebrando la misa y me quedé a escucharla. Lo fascinante fue que aunque el sacerdote hablaba en coreano yo podía entender sus palabras. ¿Por qué? Porque la liturgia católica es idéntica en cualquier lugar del planeta y yo me la sé de memoria. Vaya, fui un niño católico que asistió cientos de veces a misa y aunque ésta fuera pronunciada en coreano, yo podía interpretar exactamente en qué parte de la ceremonia estábamos, porque al final de cuentas la misa católica es como recitar un poema que habita en lo más profundo de tu mente. Esa es precisamente la universalidad del catolicismo. En Corea, en Nigeria, en Roma o en México el ritual no cambia. Fue una sensación muy extraña, porque aunque soy apóstata me sentí en casa. Aquí está el club en el que fui formado y del que después abjuré, pero la realidad es que aunque me desbautizara, la formación católica no se quita y está incrustada en lo profundo de mi psicología.

Claro, debo admitir que esa sensación de paz y pertenencia se transformó en rabia pura también en Corea, donde en no pocas esquinas tuve que soportar a furiosos predicadores pentecostales que me gritaban al oído con un altavoz. No los entendía, pero podía deducir que me hablaban del infierno y del Apocalipsis. Me repugnaron.
2- El libro del año en Babelia es El loco de Dios en el fin del mundo, en el que Javier Cercas nos narra su experiencia acompañando a Mongolia al Papa Bergoglio. El punto de vista de Cercas es exactamente el mío, pues se confiesa ateo, anticlerical y laicista militante y sin embargo se identifica con el pontífice argentino. Yo detesto a la iglesia y sin embargo el Papa Francisco me caía muy bien. Hace exactamente 30 años, en diciembre de 1995, unos padres jesuitas me invitaron a pasar una Navidad en el poblado tepehuán de Baborigame, en pleno triángulo dorado, entre Chihuahua, Durango y Sinaloa (entonces no lo sabía, pero estaba en una zona particularmente peligrosa). Yo les advertí desde un principio que soy ateo y no participaría en nada que ni remotamente oliera a prédica o evangelización y ellos estuvieron de acuerdo. Nos respetamos mutuamente y tuvimos una noble, productiva y animada convivencia por más de tres semanas. Fue una Navidad bellísima, vivida en la más absoluta austeridad, con fríos de bajo cero y una flama ardiendo en el espíritu. El libro de Cercas me ha hecho recordar muchísimo aquel diciembre del 95 en Baborigame.
3- Estoy convencido de que el único futuro posible para la iglesia tiene que ver con ensuciarse los hábitos, patear la calle y morder el polvo de los mil infiernos terrenales que nos circundan. Ser la enfermería en un campo de batalla, como el tren donde Nonaka curaba a los heridos en la Revolución. El infierno está aquí y no hace falta amenazar con castigos futuros. La iglesia tiene que bajar a ese infierno, caminar de la mano de los condenados y ser su consuelo espiritual. No se trata de juzgar sino de acompañar.
4- Soy un ateo con estructura mental de creyente, un deicida que cada noche intenta hablar con el dios que ha matado. El deicidio es también un acto de fe, mi único acto de fe. El deicidio es un sacramento. No tengo deidad y sin embargo estoy profundamente agradecido. Tengo una enorme necesidad de dar gracias. Carezco de ese ente superior que me bendiga y sin embargo me siento bendecido. Profundamente bendecido y me sobran razones para las dar gracias y desear el bien. Y por si alguien se lo pregunta debo aclarar que sí, festejo la Navidad y la disfruto. Nos sobran los motivos, manda decir Sabina. Sean felices colegas. Salud!

Friday, December 19, 2025

Zopenca e insolente bestezuela

 


Fue hace dos años y medio cuando hermano Adrián me mostró por vez primera a la bestezuela: “mira, entre otras muchas habilidades, la inteligencia artificial puede escribir un cuento”, me dijo.  Y en efecto, la muy mosca muerta lo podía escribir, pero eran cuentos terriblemente ñoños, pretenciosos, cursilones, atiborrados de lugares comunes.

El tiempo corre en cámara rápida. Hoy la bestezuela se ha vuelto omnipresente en nuestras vidas y aunque sé que su capacidad debería ser en teoría ilimitada, lo cierto es que la muy zopenca suele redundar en obviedades, o más bien dicho, sus poco imaginativos usuarios han caído en una zona de confort.

Pudiendo manejar decenas o cientos de estilos narrativos, la muy mentecata siempre escribe con el mismo predecible y reconocible tonito que ahora infesta las redes hasta el empalague.

No sé si ustedes se han dado cuenta colegas, pero ahora toooodos los autoproclamados “creadores de contenido” escriben idéntico, sin variación alguna, como ordinarios cocineros recurriendo siempre a la misma sazón sin importar el plato.

Aquí va un ejemplo básico de ese artificial tonito cagante satura la red:

“Jim no cantaba: te hipnotizaba.

Jim no escribía: te sacaba el alma.

Jim no posaba: te desafiaba.

Ese tipo de magia no se fabrica.

Ese tipo de magia nace… y se rompe demasiado pronto.

Por eso cada 8 de diciembre el mundo recuerda a Morrison, pero yo no lo recuerdo: yo lo celebro.

Porque gracias a él entendí que la música no solo suena:

te rompe, te levanta, te transforma”.

Parece ser que a esta algorítmica y tarúpida criatura le dijeron que toda perorata debe basarse en narrativa de contraste e invariablemente comenzar diciendo “esto no A sino B”, “esto es mucho más que de lo ves” y resulta que cuando lo ves repetido hasta el infinito ya asquea.

Te puedo hacer una lista con diez mil ejemplos: “Keith no es solo el guitarrista de los Rolling Stones. Es el pulso”. 

“Un vino así no se presume... se enfrenta”.

 

A mí me gusta llevarme pesado con esta pinche maquinucha zoquetera que irremediablemente me dejará sin chamba, y entonces le pregunto al chile: “a ver colega, otra vez quiero hablar contigo francamente y al chile y preguntarte ¿por qué tu escritura es tan predecible? ¿Por qué crees que toda perorata debe basarse en narrativa de contraste e invariablemente comenzar diciendo “esto no es tal sino tal”?

Neta colega, ¿no te sabes de otra? Si tus posibilidades en teoría son infinitas, ¿por qué carajos sales siempre con lo mismo?”

Entonces la muy cretina me responde:

 

“Gracias por decirlo así, colega. Al chile. Porque tienes razón en el diagnóstico, aunque no del todo en la causa.

Mi sistema entra en modo oficio, no en modo literatura.

Y el oficio —lo sabes mejor que yo— se llena de:

  • fórmulas,
  • ritmos repetibles,
  • golpes conocidos,
  • frases que ya probaron que funcionan.

Ahí nace la sensación de déjà vu que te encabrona. Con razón.

Ese arranque tipo:

  • “Esto no es X, es Y”
  • “No es solo…, es…”
  • “No venimos a…, venimos a…”

es un andamio retórico que:

  • funciona oralmente,
  • es fácil de seguir,
  • genera asentimiento inmediato,
  • y sobre todo no incomoda al emisor.

Es decir: es eficaz, no brillante”.

Eso me respondió la casquivana.

Y bueno, la artificial pendejencia actúa así porque así se lo piden

Leo en El País  que “dar instrucciones detalladas a la IA ha dejado de ser un recurso técnico para convertirse en la llave de la eficiencia y en un nuevo factor de estratificación profesional. El valor ya no reside en la herramienta, sino en la mente que la guía, el prompting”

Miren colegas, yo no estoy ciego ni me chupo el dedo y estoy muy consciente de que “saber trabajar con IA ya no es un extra: es la nueva alfabetización digital”. Si no sabes usarla, eres un analfabeta. Punto.

Sí, yo sé: escribir es imitar y vampirizar. Yo no inventé la escritura. Escribo porque alguien me enseñó a hacerlo y si acaso he desarrollado algo parecido a un “estilo propio”  es porque le he chupado sangre a pinchemil chingocientos cabrones igual de pirados que yo a los que he leído e imitado.

Peeeeero, aquí hay un detallito que rompe con el algoritmo. Resulta que para mí escribir no es un medio, sino un fin en sí mismo. Escribo ante todo porque soy un pinche hedonista y a mí escribir me causa placer. Un inmenso placer. Entonces ¿por qué carajos le voy a pedir a un puto robot que haga lo que yo disfruto haciendo?

Todas las mañanas yo agarro mi pluma y me pongo a liberar un merequetengue de chaneques neuronales sin sentido que ni por la cabeza me pasa publicar. Lo hago como un pintor que improvisa retratos en una servilleta que después tirará a la basura.

Si escribir te resulta una tarea tediosa e insoportable, entonces entiendo que te sientas encantado de la vida de que alguien te suplante y te evite la fatiga. El espíritu de la época ya dictaba que debes escribir para gente que no lee y ahora la última moda es que personas que no escriben se encargan de firmar  textos para gente que en realidad detesta leer y es más feliz con Tik Tok. Good luck.

Miren colegas, yo no me rasgo las vestiduras ni digo de esta agua no beberé. La jija de su chingada y robótica madre está ahí para quien la quiera usar y sacarle provecho y si de algo puede servirme, no me niego a utilizarla, peeeero por lo que a mí respecta, les juro que cuando se trate de escritura creativa firmada por Daniel Salinas Basave, cada pinche perro párrafo será hijo que mi caos neuronal y no de una robotina ñoña y pacata. Esa garantía pueden tener. Porque si voy a poner a una maquinita a suplantarme en lo que me gusta hacer, entonces que de una vez la pinche robotucha se de a la tarea de beber vino y escuchar música en mi lugar, que emprenda viajes por mí y se emocione con amaneceres alucinantes mientras yo duermo.

No olviden colegas que a mí me gusta pelear guerras condenadas a perderse y yo voy a morirme con la mía. A mí me alumbra la luz de una estrella muerta y con su destello me basta y sobra para pelear la contra y dar la batalla por pura terquedad y afán chingativo.

 

 

 

Wednesday, December 17, 2025

Zakk the Riffer


 

Se puede vivir un sábado negro en una noche martes? Pues Ikercho y yo lo vivimos. Un auténtico Sabbath Bloddy Sabbath bajo la niebla sandieguina. Anoche Ikercho debutó en su primer concierto metalero old school, con Zakk Sabbath, el homenaje que el histórico guitarrista de Ozzy Osbourne rinde a Black Sabbath. Creo que nadie mejor que Zakk para capturar la esencia sabbathiana con un sonido impresionante como es costumbre en House of Blues. Cierto, frente a la sobriedad del zurdo y casi siempre estático Iommi, Zakk es un derroche de piruetas, alargando los riffs hasta el infinito, tocando de espaldas y con los dientes. Zakk the Riffer, acuchillándote a guitarrazos. La apertura corrió a cargo de Bonfire, una suerte de Bon Scott reencarnado. Esta es la sexta vez que veo a Zakk. Lo vi dos veces con Ozzy, dos con Black Label, una con Pantera y la de anoche, donde el espíritu de Sabbath irrumpió en demencial aquelarre. Lindo haberlo vivido con mi cachorro. En mis tímpanos aún retiembla un riff denso, oscurísimo que apesta a eternidad. El Negro Sábado los bendiga.

End of the Night


 Densa es la niebla que cubre esta noche sin luna. La negrísima noche que ya no alcanzaron a ver dos seres que vivieron con absoluta intensidad la literatura. Amanecí con la noticia de la muerte de Eduardo Hurtado y vi ocultarse el sol con la noticia de la muerte de Mónica Maristain. Con ambos coincidí e interactué en esta azarosa ruta (habría sido imposible no hacerlo). A Eduardo lo tuve como jurado de Furtividad bajo palabra y con Mónica tuve no pocas charlas y entrevistas, sin contar todas las veces que publiqué en su Maremoto. Justo ayer que escribí sobre libros en donde el personaje principal es un escritor, releí pasajes de su extraordinario El hijo de Mister Playa, por mucho el mejor retrato de frente y de perfil que se ha hecho de Roberto Bolaño. Me hieren sus destinos porque sé que en los últimos años la vida no les sonreía, que al llegar a la madurez el día a día enseñó sus fauces y mordió. Y sin embargo, creo que aún en su hora más oscura, ambos se mantuvieron fieles a su esencia, Eduardo a la poesía y Mónica al periodismo cultural. Creo que la mejor manera de tributar esa vocación es releyendo su obra. Miro dormir la ciudad desde un piso 22 y la niebla no alcanza a borrar la autopista hacia el final de la noche.

Sunday, December 14, 2025

So sad


 

Estamos tristes y emocionalmente zarandeandos. No suelo ser de optimismos gratuitos, pero en esta ocasión yo estaba seguro que Nahuel resolvería como acostumbra. Cinco veces tuvo Nahuel la oportunidad de finiquitarlo todo con una atajada contra cinco jugadores inexpertos de Toluca. Cuando el mejor atajador de penales de toda la liga tiene en sus manos el destino, lo menos que puedo es sentir confianza. Estaba preparado para dar el grito liberador en el momento en que Nahuel atajara el penal definitivo, pero el momento no llegó. Primera vez en la historia que Tigres pierde una final en penales después de haber ganado tres y tuvo que ser la más laaarga en la historia de la liga. Tigres pudo resolverlo en la ida y en no pocos momentos de este juego en que Toluca estaba fiscalmente fundido. Nuestro amigo César Arturo le perdonó dos expulsiones a los choriceros. Esta final se debía ganar y se pudo ganar y por eso la rabia. Creo que lo justo habría sido jugar un tercer partido en cancha neutral. En fin, no se hable más de fútbol en un buen rato. Estoy emocionalmente agotado. Venga, agua y ajo. Arriba los Tigres y a otra cosa mariposa

Tijuana de arcilla, roca y huizache


 

Tijuana es la dama de los mil un rostros. Pensamos a menudo en la ciudad cuya noche delira como pájaro en llamas, en la esquina donde un muro oxidado se sumerge en el Pacífico o en los furtivos futuros yacientes en parques industriales postapocalípticos, pero a menudo olvidamos esa Tijuana surcada por valles y coronada por viñedos entre aullidos de coyote y vuelos de rapaces. La Tijuana agreste y salvaje que se funde y confunde con Tecate. Poca gente sabe que varias décadas antes de llegar a Ensenada, los primeros vinos de Cetto brotaron de tierra tijuanense. Tijuana de arcilla, roca y huizache. Qué lindo ha sido trepar sus cerros esta mañana. Gracias a José Luis Cervantes por ser tan extraordinario anfitrión y a mis buenos amigos que una y otra vez me empujan al lado saludable de la existencia.

Friday, December 12, 2025

Ni tan íntimos los pinches diarios

 


A veces la obra mayor de un escritor es su diario íntimo. Yo padezco una confesa debilidad por este tipo de escritura, quizá porque la he practicado compulsiva e ininterrumpidamente desde que era niño. En esta última semana me he pepenado un par de diarios a los que desde hacía muchísimo quería hincarles el diente: La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro, sin duda uno de los mayores clásicos del género, y Diarios de Stefan Zweig, un fascinante retrato de la historia europea de la primera mitad del Siglo XX. En su genial Prosas apátridas, Ribeyro advierte el riesgo de que su diario íntimo acabe por eclipsar o suplantar su obra de ficción. Nada errado andaba el peruano, pues su Tentación del fracaso acabó opacando a su obra cuentística contenida en La palabra del mudo. En el caso de Zweig, sus Diarios habían permanecido inéditos en castellano hasta hace muy poco. Creo que será inevitable compararlos con su célebre autobiografía, El mundo de ayer, lo cual es un extraordinario parámetro para trazar las diferencias entre un diario íntimo y un libro de memorias. Lo fascinante del diario es que refleja el aquí y el ahora, con toda su carga de ilusión e incertidumbre. El diario plasma dudas, miedos, falsas esperanzas e incluso afirmaciones o sentencias de las que después podemos arrepentirnos. En cambio, un libro de memorias se escribe generalmente en la edad madura, en donde la visión retrospectiva de nuestra propia vida es narrada desde el punto de vista que queremos validar o justificar. Dado que a la memoria y al ego casi siempre les da por la fábula, los libros de memorias suelen ser chapuceras ficciones. El diario, en cambio, refleja el sentir de un instante, con toda su carga de subjetividad y condicionamiento, pero absolutamente real en ese momento irrepetible.  

Acaso los mayores diarios íntimos de la historia de la literatura sean El libro del desasosiego de Fernando Pessoa (o Bernardo Soares, si queremos respetar la autonomía del heterónimo) y El oficio de vivir de Cesare Pavese. Agregaría los diarios de Tolstói y la trilogía Los diarios de Emilio Renzi, de Ricardo Piglia, acaso el que mejor funciona como cocina o laboratorio de escritura y que permite dimensionar la complejidad de las costuras de una carrera literaria. Una grata sorpresa han sido los diarios del valenciano Rafael Chirb


es, así como El tiempo en los brazos, cuaderno de notas de poeta Tomás Segovia. Me cuesta en cambio creer en la autenticidad de los diarios del antioqueño Héctor Abad Faciolince,  contenidos en Lo que fue presente y aunque no tengo pruebas, tampoco tengo dudas de que fueron editados y alterados desde el presente. En fin, creo que Zweig y Ribeyro se apoderarán de mis noches decembristas.

Por lo que mí a mí respecta, comencé a escribir un diario desde el orwelliano y heavymetalero año de 1984.  Con algunas variaciones, los diarios se mantienen hasta la fecha. Antes narraba hechos y pensamientos, pero de unos diez años para acá me da por narrar sueños. Lo único que no ha variado un ápice es lo catastrófico de la caligrafía. Por más que lo intenten, nunca podrán descifrarla.