Breve introducción a la metafísica y antropología cultural del taco vario
Volvemos a los tacos varios, como se vuelve siempre al
amor. Entre todo lo que la pandemia nos robó, nada fue más triste que
prescindir de una buena taquiza frente a un puesto. Yo no sé qué piensen
ustedes colegas, pero creo que de todas las comidas callejeras del mundo, ninguna
es tan nutritiva y tan completa como un taco vario. Vaya, no recuerdo ningún
platillo de carrito que tenga tantos componentes alimenticios en una sola unidad.
Dentro de dos tortillas hay proteínas, lípidos, vegetales, A mí el que más me gusta es el de milanesa bañado
en lengua, a lo que se agregan frijoles, arroz, nopales, cebollas, salsa verde.
Ni hablar del de chile relleno o tortita de carne. Mención aparte la habilidad
de los taqueros y su capacidad de concentración para manejar 18 guisos
diferentes con sus respectivas salsas frente a un puesto siempre atiborrado. Todos
un Dj a la hora de las mezclas. Claro, un buen comedor de tacos callejeros debe
ser un gran malabarista capaz de comer de pie
haciendo equilibrio con el plato, la salsa, los limones y la bebida.
Creo que solo los mexicanos tenemos esa bendita habilidad que heredamos
genéticamente a nuestros hijos. Mención aparte la iniciativa legal que enviaré
a al Congreso de la Unión para que se
declare al taco vario patrimonio gastronómico nacional. Si yo trabajara en la
Secretaría del Bienestar, crearía un programa de subsidios e impulso al taco
vario como parte fundamental de la canasta básica mexicana. Con dos tacos
varios que te comas en la mañana tienes gasolina para el resto del día.
Nutricionalmente es infinitamente superior a cualquier chatarra del Oxxo, hamburguesas
o hotdogs. Créanme colegas: en el taco vario yace el futuro alimenticio de la nación
y ya nomás de escribir esto se me antojó otro de milanesa.