Disney Pistols...Hoy es el futuro
¿Me
sorprende ver a Sex Pistols en Disney? No, en realidad no. En el fondo y en la
superficie Sex Pistols nació como una irreverente caricatura prefabricada.
Cierto, una caricatura desafiante, soez Y grosera, pero al final cuentas
construida a priori con el fin de escandalizar. Malcolm McLaren concibió a Sex
Pistols como después Luis del Llano concebiría a Timbiriche. Le salió chingona
la caricatura, no digo que no, pero eso no le quita lo prefabricado. Vaya, Sid
Vicious no era un músico sino un personaje para escandalizar en el escenario.
El pobre Sid jamás aprendió a tocar el bajo e incluso se lo desenchufaban, pero
los navajazos que se daba en el escenario y los escupitajos que arrojaba al
público se traducían en un buen bonche de libras esterlinas. Vaya, hasta en su
propio himno contracultural anarquista, los Pistols anticiparon su posteridad:
“Your future dream is a scopping scheme”. Nada errados que andaban. En realidad
los punks se han pasado la vida echándose en cara su mercantilismo y su falta
de autenticidad.
“They got Burton suits,
you think its funny, turning rebellion into money”, canta The Clash,
advirtiendo desde 1977 que la rebelión se estaba convirtiendo en dinero. Pero muy poquito tiempo despues, llegó
Crass a echarle en cara los Clash el haberse vendido al sistema: “CBS promote
The Clash, But ain,t for revolution, its just for cash”. Los Crass se
anticiparon a muchas de las causas y banderas en las que se envuelven los
actuales wokes, pero esa es otra historia. El caso es que los punks siempre se
están echando en cara su falta de honestidad ¿Hay acaso algún género musical
que se autoflagele tanto? “Punks not dead, it
just deserves to die when it becomes another state cartoon”, cantaban los Dead
Kennedys hace más de tres décadas.
Al
menos los Pistols nunca han pretendido ser otra cosa. En el verano de 1996,
cuando se reunieron, tuvieron la brutal honestidad de llamarle a su gira The
Filthy Lucrative Tour. Nunca mejor dicho: el puerco y lucrativo tour y ahí voy
yo a ser parte del negocio. Yo estaba viviendo entonces en Massachusetts y me
emocioné de poder ir a ver a los Pistols a Great Woods. Boleto caro, lugar
bueno, neo punkies bien portaditos, cero drogas y chingazos. Eran los tiempos
en que Green Day, Offspring y los felices punkitos simpáticos hacían de las
suyas en el mercado. Nada que ver con los portazos demenciales y las redadas
que viví en la tocada de La Polla en el LUCC o de Eskorbuto en Tlalnepantla
cinco años antes o las madrizas salvajes en las tocadas de Massacre 68 y los
rituales slameros de bajo presupuesto oyendo a Disolución Social con los mismos
15 cabrones borrachos de siempre bebiendo Carta Blanca caliente en bolsa de
plástico.
No
lo niego, disfruté la tocada de los Pistols, me prendí y cante a grito pelado
“No Future for me”, contento de ser parte de esa lucrativa porquería con la
certidumbre de que no faltó una sola rola del repertorio, pues basta una hora
para que los Pistols canten todas las canciones que compusieron en toda su
triste, efímera y lucrativa existencia. Aquella vez el Rotten salió vestido de
Cachirulo y a mí me parecía ya el non plus ultra de la vejez, pero tenía tan
solo 40 años, ocho menos de los que tengo yo ahora. En aquel 96 habían
transcurrido solo 17 años de la muerte de Sid Vicious, pero este verano se
cumplirán 26 años de aquella porquerioza y lucrativa reunión. Yo, a diferencia
de Steve Jones, sí sigo escuchando punk, hard core, Oi hooligan y no creo que
alguna vez vaya a dejar de hacerlo por anciano que sea (aunque siendo franco
escucho muchísimo más Metal).
Creo
que la banda más brutalmente honesta parida por esa cosa llamada punk ha sido
Eskorbuto. Al menos nunca se envolvieron en banderas anarcas o libertarias ni
pretendieron ser otra cosa que unos pobres tecatos nihilistas cuya más sincera
recomendación es que te tiraras abajo de un tren.
En
fin, creo que lo mejor de todo esto es que la próxima vez que vayamos a Disney,
tal vez ya se haya inaugurado una nueva atracción, un ride consistente en
recrear sobre un barquito la tocada del Jubileo de la reina navegando por el
Támesis y al puro estilo de guardianes de la galaxia, unos polis británicos
irrumpirán de repente y te agarrarán a macanazos mientras el barco empieza a
moverse como montaña rusa a ritmo de God save the Queen, todo debidamente
controlado eso sí.
Después,
mientras paseas por Fantasy Land o Small Wolrd, te podrás encontrar a la
botarga de Sid Vicious, jeringa en mano, dando tumbos entre los niños mientras
apuñala a su novia. La selfie con la botarga te costará unos 25 dólares y habrá
una larga fila alrededor del alegre Sid de peluche. Yo, por supuesto, sacaré boleto.