La Tumba de las Luciérnagas es una de las películas más tristes que he visto en la vida
Mi
hermano Adrián me lo había advertido: La Tumba de las Luciérnagas es una de las
películas más tristes que he visto en la vida. Cuesta trabajo creer que pueda
caber tanta melancolía que en dibujos animados, pero vaya que cabe. Ayer fuimos
a verla a la Cineteca. Vaya película. Nada que ver con los argumentos y tramas
de Disney y Pixar. El horror de la guerra en el Japón de 1945 bajo las bombas y
dos hermanos huérfanos tratando de sobrevivir en medio de la más absoluta
carencia. Seita, el adolescente, lucha desesperadamente por mantener con vida a
su pequeña hermanita Setsuko. La música elegida por Studio Ghibli te toca el
alma en lo profundo. El detalle chusco de la función fue que en el momento más
dramático de la película, la pantalla simplemente se congeló como cuando a los
Cácaros de antaño se les enredaba la cinta. Retrocedieron unos minutos y volvió
a congelarse en la misma escena como si quisiera conjurar el inminente llanto de
la concurrencia. Quitando esas pequeñas fallas, qué gran idea del Cecut la de
instaurar los sábados de manga clásico.
En
fin, si ayer les hablaba del efecto que me produjo la muerte de Hamnet, la de
la pequeña Setsuko es en verdad desoladora. Para rematar la jornada, nada mejor
que una cena japonesa.