La supervivencia en el Coagüilón no era pan comido
No, la
supervivencia en el Coagüilón no era pan comido. No era fácil meterse a las
cantinas donde siempre había una radiola sonando a tope o sino un conjunto
norteño completito, de cuatro o cinco integrantes, deleitando a la
concurrencia. Con qué cara llegaba un solitario acordeonista panzón y mal
fajado que aparte tocaba pa la chingada a pedir que apagaran la radiola y que
lo escucharan cantar. Por más bien que te saliera tu imitación de los Tigres,
estaba muy cabrón que alguien te diera bola. Tu potencial público eran los
borrachos callejeros o los que mataban los minutos sentados en las bancas o en
la fuente de la Santa Cecilia o los morritos mariguanos del Zacaz que eran
fáciles de persuadir, pero en cualquier caso ni en tu mejor noche pudiste
regresar a casa de tu padrino con más de diez dólares en el sombrero.
Así
habrías seguido, valiendo pura madre, de no haber tenido ese providencial
encuentro afuera de la Tropa Bar. A
leguas se notaba que el bajo sexto de ese pinche gordo era de los pros, de los
que usaban los grupos chingones que encabezaban el cartel de Las Pulgas.
También el sombrero texano era de los caros y qué decir de las botas, con sus
escamas de cocodrilo bien definidas y relucientes. Eso sí, el cabrón estaba
mucho más pinche puercote que tú y se cargaba una cara de chiste que no podía
con ella, pero bastaba ver su indumentaria y su equipo para saber que aquel
compa tocaba con alguien pesado. A ti te llamó la atención su instrumento, pero
al bato lo jaló tu voz. Unos pochos que estaban en un puesto de tacos te
pidieron La jaula de oro y tú feliz, porque con las rolas que mejor
podías lucirte era con las de los Tigres. De reojo wachaste que el gordo del
bajo sexto te estaba escuchando atento.
Los Pochos te dieron un billete de cinco dólares y ya no quisieron pedir
otra, pero cuando ya te retirabas del lugar, el gordinflas te tocó el hombro.
-
Quihubo compa. Te sale bien la voz del Tigre ¿No
tendrás un minuto?
Tres
horas después, el Cochi Torreblanca ya te había invitado tres caguamones en La
Tropa y te había contado su vida y obra.


