Eterno Retorno

Sunday, October 19, 2025

Ver la primera luz mientras caminas por el Parque Esperanto.


 

 

El pasado 16 de octubre se cumplieron 27 años del día en que desembarqué en Baja California y los he celebrado haciendo algo que jamás había hecho. Por estos rumbos he vivido todo tipo de experiencias y aventuras, pero nunca había visto un amanecer a la orilla de la Presa Abelardo L. Rodríguez. El Sol irrumpe por la Presa y se guarda en el Pacífico. Los atardeceres marinos son mi ritual de vida diaria, pero el de hoy es el primer amanecer frente al agua dulce. Hay muchas formas de iniciar un domingo. Amanecer crudo es una muy común. Lo atípico es ver la primera luz mientras caminas por el Parque Esperanto.

 Atravesar de punta a punta la ciudad dormida y sin tráfico, mirar a los últimos noctámbulos como vampiros en fuga, intuir el presagio del primer rayo asomando por el Este.

Dicen que “quien toma agua de la Presa, a Tijuana regresa”.

Beber agua de la presa significa enamorarse de Tijuana, abrazar a esta ciudad y convertirla en nuestro hogar.

Todos en Tijuana hemos bebido agua de la Presa, pero… ¿ tú has visitado la Presa alguna vez? ¿Has caminado en sus alrededores? Si no lo habías hecho antes, lo entiendo. Hasta hace unos cinco años era un muladar, un tiradero de cuerpos,  picadero, deshuesadero. Hoy es el mayor parque de Baja California, el tercero más grande de México. Te recomiendo echar una caminada por ahí

La Presa Abelardo L. Rodríguez es todo un hito en la historia de la ingeniería hidráulica en México que empezó a construirse en 1928 y por casi nueve décadas ha dado de beber a millones de tijuanenses. Pronto cumplirá cien años.

Nuestra Presa lleva casi un siglo proveyéndonos el vital líquido, pero hasta poco no era un lugar que los tijuanenses frecuentáramos de manera recreativa y la realidad es que como espacio público estuvo desperdiciado durante muchísimos años. Hoy es un oasis.

Así como el entorno de la Presa fue transformado,  yo también lucho por transformar mis hábitos, por resetear el software neuronal y cambiar unos cuantos chips. Por fortuna, tengo amigos que hacen esfuerzos por arrastrarme al lado sano de la vida mientras yo extraigo dosis de voluntad de un profundo yacimiento oculto y apostar por las infinitas posibilidades de un corazón que recupera su ritmo.