Vivir implicaba necesariamente narrar la vida
Tu diario comenzado en 1984 tuvo su punto
final en la Navidad de 1990. En las últimas páginas hacías una letra
microscópica, pues deseabas que el cuaderno concluyera al acabar el año.
Empacaste un sexenio de vida en unas 200 páginas, pero justo es aclarar que
aunado a tu letra pequeñísima, los
textos de aquel entonces no eran tan largos y tampoco tan constantes. A veces
llegabas a pasar semanas sin escribir, sobre todo en los primeros dos años del diario, pero con el
correr del tiempo la escritura se fue tornando compulsión. Vivir implicaba
necesariamente narrar la vida.