Muchos pensamientos duros el hombre se lleva a la tumba
Me
resulta extraño creer que ese 24 de marzo de 1976 no se derramó una gota de
sangre en Argentina. A diferencia de lo que pasó en Chile el 11 de septiembre
del 73, donde se dispararon kilos de plomo y hubo aviones y tanques
bombardeando La Moneda, en Buenos Aires fue un golpe casi burocrático. Videla,
Massera y sus secuaces simplemente llegaron y largaron a Isabel Martínez como
quien arroja un trasto viejo y percudido. Caite cadáver le dijeron y el cadáver
político cayó sin oponer resistencia,
porque de una u otra forma todo el país sabía que más temprano que tarde se
produciría el anunciadísimo golpe. Algunos simplemente deshojaban la flor en
cuenta regresiva, porque sabían que a Isabelita le quedaban horas y que los
milicos regresarían a la Casa Rosada
Una de las primeras medidas que adoptó
la junta militar encabezada por Jorge Rafael Videla durante la madrugada del 24
de marzo, fue la de suspender la programación de los canales de televisión y todos los espectáculos y concentraciones previstas para ese día. En la
pantalla solo podía verse el escudo nacional y en la radio se escuchaban las
proclamas emitidas por los golpistas. Sin embargo hubo una única excepción.
Poco antes del mediodía, fue liberada la trasmisión del partido Polonia vs
Argentina, jugado en Chorzow, que la selección de Menotti ganó 2-1. Para
mantener a la gente entretenida, el partido fue repetido por la noche. Ese 24
de marzo no se derramó sangre. La masacre empezaría a día siguiente y no
pararía.
Exactamente un año después, el 24 de
marzo de 1977, Rodolfo Walsh publicaría su célebre carta a la junta militar.
“Estas
son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he
querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser
escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí
hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”, dice el párrafo
final. Fue lo último que escribió en su vida. Al día siguiente fue secuestrado
y desaparecido. Su cadáver jamás apareció. Tiempo de releer la pieza
fundacional del nuevo periodismo latinoamericano. “Muchos pensamientos duros el
hombre se lleva a la tumba y en la tumba de Nicolás Carranza ya está reseca la
tierra”.
PD-
En la tumba de Rodolfo Walsh no está reseca la tierra, porque ni siquiera se
sabe si hay tumba y su última morada es pura sustancia espectral.