Eterno Retorno

Friday, March 24, 2023

la todopoderosa prensa francesa deberá compartir su reinado con la máquina de espresso

 


 

Un nuevo habitante ha llegado esta casa y lo ha hecho pisando fuerte. Llegó, como llega casi todo hoy en día, procedente de una abrupta e ignota Amazonia digital en donde cualquier capricho es posible. Cruzó la frontera y tocó la puerta envuelta aún en cartón. Carolina la liberó de su envoltorio e irrumpió entonces su plateado brillo metálico como heraldo de los placeres por venir.

En el mundo hay leyes eternas e inquebrantables. Una de ellas es que en este hogar se bebe café todos los días. Uno puede privarse de muchísimas formas de hedonismo (por ejemplo, durante dos meses y medio del 2023 no había bebido gota de cerveza o whisky y todo transcurrió en chicha calma) pero el café no debe faltar en ningún día de  nuestra vida. Manda decir Balzac que “tan pronto como el café llega al estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las sonrisas emergen y el papel se llena. El café es su aliado y escribir deja de ser una lucha”. Nada errado que anda el colega Honorato.

En nuestra cafetalera casa hemos vivido por años disfrutando la monarquía absoluta de la prensa francesa que hace muchos años derrocó a la cafetera americana y se transformó en la única dadora y proveedora del elixir, pero en una lluviosa madrugada, Carol pepenó a la bestia plateada en el bosque cibernético y ahora la todopoderosa prensa francesa deberá compartir su reinado con la máquina de espresso.

El girar del engranaje triturando el grano recién molido, el silbar del agua hervida, el goteo del oscurísimo néctar divino cayendo sobre la pequeña taza me recuerdan europeos amaneceres.

No te aflijas prensita querida. A diferencia de lo que sucedió con la máquina americana, tú no perderás tu reinado. Simplemente pasaremos a una monarquía parlamentaria, un sistema cafetalero bicamaral. Tú seguirás proveyendo las siete u ocho tazas que me bebo cada mañana, pero la bestia plateada proveerá el néctar primario que da la bienvenida al nuevo día y hace girar el engranaje de nuestro mundo.

“Puede que el café sea un veneno, pero debe actuar de forma muy lenta, porque hace 80 años que lo tomo y me siento muy bien”, manda decir el buen Voltaire. Bueno, yo llevo más de cuatro décadas bebiéndolo y me siento de maravilla. Vaya, no lo bebí de recién nacido nomás porque no me lo echaron en el biberón.