un híbrido de Cachacuaz y Crononauta
Era una vieja casa en la
Buena Vista donde habitaba un híbrido de Cachacuaz y Crononauta. Por la planta
alta entrábamos a un viejo recibidor donde aguardaría algún abuelo tiránico y
patriarcal, ancestrales adornos en desuso y alfombras percudidas. Le sugiero a
la Cone baja e irnos, pero el descenso implicar desafiar una escalera de
caracol oxidado, con peldaños y barandales carcomidos. En la parte una cochera
estudio estilo Roma o casa del Rux donde la hermana jipiosa de
Cachacuaz-Crononauta coordina un taller de artesanías donde, contra todos los
pronósticos, alguna pieza había trabajado la Cone. Me entretengo hojeando la
dispersa biblioteca de Crononauta-Cachacuaz: Rashomon de Akutugawa versión
cómic, Yukio Mishima, algún monero tipo Fisgón y tundeteclas de viejísima
guardia. La casa daba al parque Buena Vista donde pasa el camión azul rumbo a
Playas. Antes del mar y de ser exiliado del útero del sueño profundo, el tema era
la despedida de Tomás Boy en aquel juego de Selección Mexicana vs Tigres.
Ikercho me pregunta cuál habría sido el marcador ideal y le respo do que me
habría gustado un 3-3 con goles de Boy con ambas camisetas. Después recordé que
fue un 2-0 con penales fallados de Aceves y Galindo, que el Jefe Boy ha muerto
y que estaba en el sillón de la sala donde la pantalla del celular escupió
siniestro y profético el Martes 13 (4:01 a.m.) El polaco tramposo luciendo su
cruz de San Jorge enfrenta a su antigua tribu bávara. La kafkiana máquina
cultural me exige en pesadilla les entregue mañana mi puta carta devaluación.
No, se ve que no hay nivel, nada nos van a dar, la cultura ni el que la parió.
Joder, hombres del saber…ios a cagar.