When Pinacate pass away
¿Cuál es la estampa que ejemplifica e ilustra la límbica
esencia de enero? Algunos dirán que la rosca, pero yo creo que el acto que da
el cerrojazo a la atmósfera del Guadalupe-Reyes, es el momento en que quitas el
pino y los adornos navideños. Nadie suele santificar esta ceremonia y su vibra
es harto diferente. El pino lo solemos colocar al atardecer o cuando cae la
noche. Ponemos música navideña, bebemos algo y vamos colocando lentamente cada
esfera y cada moño. La ceremonia del retiro, en cambio, suele comenzar por la
mañana y su vibra es proactiva, de pilas puestas y engranaje girando. Just do it and do it fast. También ponemos música, pero no
navideña. A
su manera tiene su magia este ritual tan ninguneado. Es la pura esencia de la
sobriedad y la vibra apolínea, de encender de nuevo la máquina y empezar a
tirar del arado. Ni modo, los seres humanos somos cíclicos y funcionamos con
biorritmo.
Más triste es la escena de los pinos naturales sacados
furtivamente de casa como cadáveres insepultos y arrojados a la vera del camino
como los encobijados de la maña. El nuestro simplemente se guarda en la
oscuridad de su ataúd y durante once meses dormirá el sueño del vampiro y a
finales de noviembre resucitará glorioso y recargado de energía e irrumpirá cubierto
de gloria a la sala.
Pilas puestas, engranaje encendido. Retorno, eterno
retorno
Venga pues el 23. Arrieros somos chingao.