DELIRIO INAUGURAL
En un ejercicio de libre
asociación me subo al loquísimo tren de los recuerdos y reparo en que tengo
clarísimo dónde estaba y qué estaba haciendo en cada inauguración mundialista
desde hace 36 años. Sin googlear, por libre asociación…
1986- Italia 1-1
Bulgaria - Tenía 12 años y estaba
concluyendo sexto de primaria. Acabábamos de consumar nuestra enésima mudanza
en tres años. Nuestra nueva casa era un amorfo departamento en Avenida
Vasconcelos en San Pedro. Unos efímeros amigos de la familia de los que no
quedó huella fueron a comer a casa para ver a los italianos contra los búlgaros.
Recuerdo, sobre todo, el sonoro abucheo a Miguel de la Madrid. El gol de
Altobelli y el agónico y sorpresivo empate de Sirakov.
1990- Argentina 0-1 Camerún- Terminaba primero de prepa condenado a
exámenes extraordinarios. Tenía 16 años y aquel día desperté antes del
amanecer. Esperaba con ansias el Mundial. Vivíamos en Huxquilucan, Estado de México, en
la colonia La Herradura. En el cuarto que llamábamos estudio vi a Oman Biyik
(que después sería goleador del América) batir a Nery Pumpido (que sería uno de los técnicos más
ofensivos y espectaculares de Tigres). Italia 90 fue un Mundial magro y defensivo y
sin embargo lo disfruté inmensamente
1994- Alemania 1-0
Bolivia- Aquel verano ardía y los demonios estaban sueltos en el país. Dos cabezas
ensangrentadas abiertas por un plomazo marcaban la pauta: la chompa del pelo
afro de Colosio y la cabeza de rubio pelo seboso de Kurt Cobain. Yo era un estudiante de Derecho de 20 años de
edad. Vi aquel juego en la casa de mi primo Héctor Diego Medina en el cuarto
que se llamaba estudio. El Diablo Echeverri fue exorcizado y Klinsman batió a
Trucco.
1998- Brasil 2-1
Escocia- Yo era un reportero del periódico El Norte que tenía ansias de tragarme
el mundo a tarascadas. Aquella mañana estaba en Palacio Municipal de Monterrey,
en la sala de prensa, buscando la forma
de hacer rabiar al alcalde Chema Elizondo. Recuerdo un autogolazo de Escocia.
Como Irvine Welsh era mi clavo literario en aquel entonces, yo estaba a muerte
con la tropa escocesa.
2002- Francia 0-1
Senagal- Yo era un reportero regio emigrado a Tijuana. Carol y yo teníamos tres años de casados. Entre
alucinaciones de duermevela recuerdo haber despertado a las 3:00 de la mañana
en nuestro depita de Playas para ver a
Senegal despachar a la Francia de Zidane. Aquello parecía un delirio onírico.
El técnico de Senegal era un güero greñudo
y pirado como yo.
2006- Alemania 4-2 Costa
Rica- Lo vimos en la sala de juntas de periódico Frontera mientras hacíamos la planeación del
día. Prendimos la tele por terquedad mía. Lamm anotó en los primeros minutos
pero Costa Rica empató de inmediato. En aquel verano me daba por hacer
ejercicio y jugar a la vida sana
2010- Sudáfrica 1-1
México- Lo vi inmerso en el trajín de la campaña política de Carlos Torres
rumbo a la alcaldía de Tijuana. Lo vimos en un mañanero evento multitudinario
en el Auditorio Municipal de Tijuana. Recuerdo el estruendo de las bubuselas
sudafricanas y el providencial gol de Rafa Márquez. Un verano intenso.
2014- Brasil 3-1
Croacia- Lo vi solo en casa, concretamente en la recámara. Un autogol brasileño
fue el primer grito mundialista e hizo presagiar la tragedia del Mineirao. En
aquel verano escribía como poseso Dispárenme como a Blancornelas y Días de
whisky malo. Nunca he vuelto a tener un periodo tan demencialmente creativo.
2018- Rusia 5-1 Arabia- Lo
vi exactamente en el mismo lugar y en la misma tele. Siempre pensé que Putin
compró o negoció ese partido.
2022- Qatar 0-2 Ecuador-
Hotel Coral y Marina de Ensenada (donde ahora mismo escribo esto) Carol y yo
despertamos temprano, antes de las 6:30 de la mañana. Lindo puente vacacional.
Nunca en la historia un jugador Tigre o ex Tigre había marcado el primer gol de
un Mundial y hoy Valencia lo hizo por
partida doble (Diego Cocca, ahí te encargo que nos lo traigas de regreso). Me da gusto ver perder a Qatar. Ojalá pierda
los tres partidos y humillen a esos despreciables jeques mojigatos, si es que
de algo sirve.
Qué bueno que no somos
qataríes
Qué delicioso es ver el
Mundial desde la capital del vino.