Uno es los libros que ha leído
Uno es los libros que ha leído, la pintura
que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas, dice Sergio Pitol.
La
frase irremediablemente me pone a parir
ucronías. No sé cuántos libros he leído
en la vida. Vamos a decir que he leído unos 2 mil 500 o 3 mil. De pronto
aparece un hada o un duende y mediante un hechizo transforma esas 3 mil
lecturas en otras totalmente diferentes. Ninguna de ellas es igual. Mi disco
duro neuronal se ha alterado por completo. Por causa de ese hechizo, ahora
resulta que nunca he leído a Borges ni a Cervantes ni a Poe ni a García Márquez
ni a Ricardo Piglia ni a José Agustín o David
Toscana. Ahora en mi memoria habitan 3 mil libros que hasta el día del hechizo
me eran radicalmente desconocidos. Mi ruta como lector en 48 años de vida
habría sido absolutamente distinta. Sería un navegante atravesando cartografías
ignotas.
Asumo
que sin esas lecturas que me han marcado el camino, yo habría escrito algo
radicalmente distinto a lo que hasta la fecha he publicado o tal vez no habría
escrito nunca. En alguna medida, mi
personalidad y mi manera de estar e interactuar con el mundo, está condicionada
por las lecturas que me han acompañado.
Lo
mismo aplicaría para la música. Yo no sería del todo yo si en mi vida no
existieran Black Sabbath o Iron Maiden. Lo mismo aplica para las calles
recorridas y los viajes y por supuesto las personas que amamos. Todos los días
de mi vida recorro un tramo de la carretera Tijuana-Rosarito-Ensenada. He hecho
ese recorrido más de 3 mil veces. ¿Y si de pronto se aparece el duende y borra
la carretera escénica de mi memoria y pone en mis recuerdos mil paseos por una
calle que jamás he recorrido?
Me fascina
imaginar la historia de las posibilidades no materializadas, los ex futuros, la
cartografía alterna.
Cuando muera
me iré de aquí sin haber leído decenas de miles de libros que me habrían volado
la cabeza y habrían provocado toda una revolución en mi interior de la misma
forma que me iré sin haber recorrido mil ciudades fascinantes.
Los
libros que han llegado a mi vida y la han marcado constituyen mi personalísimo
canon, pero junto a ellos marchan una infinidad de obras que jamás me será dado
leer porque el tiempo simplemente no alcanzará.