Eterno Retorno

Tuesday, October 05, 2021

La nota roja es un vicio tan cabrón como el tabaco.

 


La nota roja es un vicio tan cabrón como el tabaco. Dos vicios que se complementan y van siempre hermanados.  Cuando dejara uno necesariamente dejaría el otro, solía decir. ¿De verdad eso decía? Pues mentí: he dejado de ser un reportero policiaco y ahora fumo más que antes; mucho más. Será porque abandoné  la reporteada pero no a los muertos. Antes veía los cadáveres solamente en las escenas del crimen pero ahora están conmigo todo el tiempo, a toda hora.

De ser el reportero de guardia del periódico El Bordo, pasé a convertirme en el encargado de comunicación y relaciones públicas del Servicio Médico Forense en Tijuana. Cumplí 62 años de edad y pensé  que había llegado el momento de cambiar las emociones fuertes por la burocrática pachorra.  Imaginé una chambita protocolaria y relajada con un salario que por primera vez no sería un insulto al hambre, pero jamás dimensioné esta catástrofe. ¿Comunicación y relaciones públicas? A la chingada: ya nadie se acuerda que para eso fui contratado. Después de la huelga de los trabajadores sindicalizados del gobierno estatal,  me toca hacerla de cargador camillero e intendente acomodador de fiambres. Soy guardia nocturno, recepcionista y dador de pésames y pretextos  a los deudos. En todo el Semefo quedamos solamente cuatro empleados: Nabor y Juliano, que andan todo el día subiendo y bajando cuerpos de la camioneta; Altagracia, que la hace de secretaria, limpiadora y paño de lágrimas;  y yo, Edelmiro Mascorro, mejor conocido como el Carnitas,  que hago todo lo demás y lo que se ofrezca.