y ya entonces veremos si dormimos en Eagle Pass o en San Antonio
Bebo una jarra
de café. Mi cansancio es tan grande como la excitación y mi reserva de dos
horas de sueño en el sillón de la sala parece bastarme para mantenerme en pie.
No quiero ni siquiera intentar pestañear, pues no quiero romper la inercia de
esta pila alta y a veces después del sueño la perspectiva de las cosas cambia.
Quiero agarrar carretera, cruzar de una vez por todas la frontera y ya entonces
veremos si dormimos en Eagle Pass o en San Antonio. Lo que ya no quiero es
permanecer en Monclova
Por primera vez en muchísimo tiempo siento
emoción y expectativa por arrancar el noticiero a las ocho de la noche. Por
supuesto abrimos con la enésima imagen de las torres en llamas para luego dar
paso a la información de cosecha propia.
Llama obispo a iniciar cadena de oración por la paz
mundial y a tener fe en que esto no será el fin de mundo; empresarios del grupo industrial Monclova
externan su preocupación por un posible colapso en la economía; el presidente
municipal llama a guardar la calma y los monclovenses externan su sentir ante
esta tragedia.
Al final del
noticiero llega el momento más esperado
Y bueno, hoy
queremos anunciarle que en un esfuerzo sin precedente y como parte del gran
compromiso que tenemos con nuestros televidentes , en TeleMonclova iniciaremos
nuestra propia cobertura de las secuelas de esta tragedia desde el lugar mismo
de los hechos. Un equipo de profesionales de la información encabezado por su
servidor, parte esta misma noche rumbo a Nueva York desde donde estaremos
enviando diariamente información fresca, oportuna, exclusiva y de primera mano para que ustedes pueda mantenerse bien
informado. Mi compañera Claudia Estrada, conductora del telediario matutino, me
sustituirá temporalmente en este espacio a partir del día de mañana.
TeleMonclova está lista para asumir este gran reto. Seguiremos informando.
Concluido el
noticiero siento una urgencia enorme de encender el carro y enfilar hacia la
carretera. Alcira ya me aguarda afuera del estudio con su mochila, un pequeño
back pack de excursionista en donde no creo que quepan demasiadas prendas. Sebastián nos estará esperando en Piedras
Negras. Me habría gustado más salir en trío o ir acompañado por un reportero
del sexo masculino. La idea de partir solo con una chica de 26 años siempre
puede dar lugar a la maledicencia en este pueblo mojigato. Si mi suegra se
enterara sin duda le llenaría la cabeza de mierda a Rosalía y a mi esposa hace
falta muy poco para encenderle la válvula de los celos. Claro, Alcira no es por
fortuna la prototípica chica del clima por la que un conductor de noticias
perdería la cabeza. Con su pelo cortado casi a rape, sus rudas camisas de
leñador y su rostro sin gota de
maquillaje es fácil confundir a Alcira con un muchachito.
Son las 21:14
de la noche cuando enciendo la camioneta. Si no hay contratiempos deberemos
estar llegando a Piedras Negras justo a la media noche. Serán 243 kilómetros a
través de la carretera 57. Enciendo un cigarro y ofrezco uno a Alcira que
acepta de buena gana. Con las ventanas abajo fumamos en silencio mientras
enfilo hacia la salida. Sopla un liego viento fresquecito y la noche es
atípicamente clara.