Un súcubo con el rostro de Eva Green
Dentro de la ya un poco caducada moda literaria de desgarros auto ficcionales en torno a
quebrantos y desbarrancaderos de familiares, uno de los mejores libros que leí
fue Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan en donde narra con no poca
crudeza y sangre fría el paulatino deterioro mental de su madre y la
disfuncionalidad de su familia, rica en suicidas. La secuela de Nada se opone a
la noche es un sui generis libro llamado Basado en hechos reales. En él, Delphine
nos narra cómo después del éxito arrollador de Nada se opone a la noche entró
en una tremenda (y creíble) depresión y
crisis de agrafía. Durante tres años no fue capaz de escribir una sola línea y
permaneció recluida en su casa, soportado la rabia de sus familiares que le
reprochan haber retratado de semejante forma a su madre suicida. Todo cambia
cuando en su camino irrumpe la enigmática
L., una bella mujer que ejerce un extraño juego de seducción y so pretexto de ayudarla a superar su terrible
crisis, empieza a tomar control de su vida hasta apoderarse de ella y
abducirla. Asumo que la novela es un thriller, pero el juego de Delphine es muy
hábil, pues perfectamente puedes creer que es una confesión autobiográfica. El
rol de L. es fascinante. ¿Es un fantasma? ¿L. es el nombre de nuestro vampiro
interior? ¿O es acaso la mujer que suplantó a Delphine y escribió el libro que
estamos leyendo? Créanme que el juego literario es sagaz. Leí el libro en la primavera de 2017 durante
unas vacaciones en la Riviera Maya. Cuatro años después me topo con la
película, dirigida por el polémico Roman Polanski, misma que pude ver
completita en YouTube. Yo de cine no sé un carajo y no tengo argumentos
técnicos para decir si una película es buena o es mala. La adaptación es bastante
fiel a lo narrado por Delphine aunque en lo personal me impactó más el
libro. Lo mejor de la película, ni duda
cabe, la bellísima Eva Green en el papel de L. Sé que a Delphine le han sobrado
haters, pero este juego le salió a las mil maravillas. Hace poco volví a leer
una novela suya llamada Las lealtades. Breve, discreta, buena a secas. En
cualquier caso, la dupla Nada se opone a la noche-Basada en hecho reales me
parece uno de los mejor logrados juegos de auto-ficción con los que me he
topado. La frigidez narrativa es real y también la sensación
de que hay un Horla interior que todo lo chupa. El cuervo de la dispersión o el
perro negro que le llaman, aunque ignoro si dichos súcubos tengan la guapura de
Green.