porque así de fuerte hablan (o gritan) las voces que lo habitan
Junio y sus cielos nublados, su mar
plomizo y la hierba, ahora seca, que no acierta a moverse metafóricamente. La erupción
de acondicionador en la bañera me hizo preguntarme cuándo fue la última vez que
me vine en plan geiser, como una escopeta, disparando las gotas de semen hacia las alturas. ¿Diciembre de 2012? Qué
manera de iniciar el sexenio de EPN. En el 30 aniversario de Left Hand Path me
sentí en un templo satanista old school con una suerte de Baronesa Blavatsky y
yo en plan de “si este ha sido siempre mi camino cainita de la mano izquierda
aunque en lugar de un Baphomet había tatuajes o bordados del Atlante. En la
pizzería evoqué enciclopedias de animales. : bueyes almiscleros de la tundra,
carreteras empapadas coronadas por rayos, intensidades que no retornarán. La
tundra: un reno en ruta por un suelo poblado de líquenes y charcos helados. El
mar de los búfalos le llamaba yo. Mar helado y oscuro de los búfalos.
Chaising the dream. La red atrapasueños casi
perdía esta asociación , pero una lectura de Pamuk la trajo de regreso. Al
momento de spertar alguien me decía (con ese tonito de cronista mamón tan a lo
Caparrós) que él se levanta (así, en tercera persona) más temprano porque así
de fuerte hablan (o gritan) las voces que lo habitan. Habitado por demonios
internos o por recuerdos o las ideas o los duelos internos de irreductibles egos
rejegos. Dice Pamuk que el olor del Bósforo cuando hay viento del sur y las
ruedas de los barcos es fácilemente distinguible. Para Orhan hay una paleta de
múltiples olores posibles bajo el puente de Galata. Hay tantos sonidos
distintos. El metro en Londres tiene su propio estertor. El rumor de las
ciudades, sus furtivos hedores, su canción oculta y el cacofónico murmullo de
las 666 mil voces que nos habitan.