Eterno Retorno

Friday, June 25, 2021

San Juan

 


El 23 y el 24 de junio se han inmortalizado en la canción mexicana. En puro ejercicio de libre asociación, vienen a mi memoria dos corridos cantados por Antonio Aguilar cuya primera estrofa arranca mencionando la fecha.  No recuerdo un caso similar. Empecemos con La toma de Zacatecas:

Era el 23 de junio, hablo con los más presentes;

Fue tomado Zacatecas, por las tropas insurgentes

La primera estrofa induce a la confusión, pues al hablar de tropas insurgentes uno se imagina a las hordas de Miguel Hidalgo y no  la División del Norte. Zacatecas fue la obra de arte de Felipe Ángeles y su portento de artillería. El cerro de la Bufa fue la tumba del huertismo.

Pero al parecer el buen Toño solía inspirarse en junio y para muestra un botón:

El 24 de junio, el mero Día de San Juan

Un baile se celebraba en ese pueblo de Ixtlán

Aquí me pregunto si es el mismo Ixtlán de Carlos Castaneda (y el viaje eterno de Don Genaro) y también sobre el nombre de la mujer fatal, que supongo es Micaela, aunque Flor Silvestre y Toño Aguilar pronuncian Micayla. También me permito cuestionar la impuntualidad de Juan, que llaga al baile a la media noche y no deja de sorprenderme  su habilidad como gatillero, pues le bastó un tiro de pistola para atravesar dos cuerpos, pues Miacaelita y Simón fueron ultimados por la misma bala. Pero aún hay más. Una célebre canción sobre la noche de San Juan que muchos ustedes conocen, es Fiesta de Joan Manuel Serrat, que dice así.

En la Noche de San Juan, como comparten su pan

Su mujer y su galán, gentes de cien mil raleas.

Ya saben, esta pagana fiesta ancestral que tiene más que ver con el Solsticio de verano que con el Bautista, junta al noble y al villano, al prohombre y al gusano.

Y también en puro ejercicio de libre asociación, vienen a mi memoria dos pasajes de las novelas de Henning Mankell acaecidos en la Noche de San Juan. En La falsa pista, el adolescente que se viste de Gerónimo para matar, va a la caza de un millonario la noche de 24 de junio de 1994, justo cuando la selección de Suecia de Larsson y Raveli está dando cuenta de Rusia en el Mundial de Estados Unidos 94. Ya pasan de las 10:00 de la noche, pero en Suecia aún hay luz de día. También en Pisando los talones, el crimen vertebral de la novela se comete en la Noche de San Juan. Unos jóvenes bailan disfrazados en torno a la hoguera en el bosque mientras el hombre que va a matarlos los espía oculto entre los árboles.

Y al final juntos los encuentra el sol, a la sombra de un farol, empapados en alcohol.  Tiempo de encender las hogueras de San Juan y libar en la fiesta pagana.