Eterno Retorno

Monday, June 21, 2021

La falla de origen del paterfamilias

 


Acaso la falla de origen se explique a partir de esa malsana obsesión de los padres aferrados a imponerle su nombre al primogénito. Habrá quien diga que es una bonita tradición, un lindo legado familiar, pero para mí es un ridículo afán de repetirse, una patética herencia colonial. Si de algo estoy seguro, es que yo nunca le habría puesto mi nombre a mi hijo. Es como condenarlo a ser una repetición de mí, la continuación de un camino que tal vez él no eligió. Ahora que la palabra patriarcado está tan de moda, pienso que el delirio patriarcal empieza con el nombre. Vaya, incluso con los apellidos sería yo mucho más flexible. Digamos que establecería una legislación para que el menor llevara una suerte de temporal “apellido de leche” (provisional como la primera dentadura de los cachorros) y que al llegar a la adolescencia o la primera juventud, uno pudiera elegir libremente si quiere llevar el apellido de la madre. Es más, me gustaría presentar una iniciativa para que el derecho civil mexicano acepte que en automático y de oficio que el apellido de la madre vaya siempre en primer lugar. Si nos vamos a la estadística mexicana, es mucho más probable que el menor crezca con su madre que lo haga con su padre. México es una tierra de padres ausentes (y a los de la minoría presente casi siempre les da por ser insoportables). Sería mucho más coherente que al nacer te pusieran el apellido de tu madre y que al cumplir 18 años tuvieras la opción de elegir. De otra forma condenan a millones de menores a estar marcados por un apellido que no significa absolutamente nada o que no quieren llevar. Lo que es  mucho peor, es que ese apellido que para ti no significa nada o que abiertamente desprecias, se lo trasmitirás a tu hijo como una enfermedad hereditaria. Ahí está la falla de origen.  ¿Algo que festejar este día? Bueno, ser padre es lo más hermoso que me ha pasado, algo que ilumina cada día de mi vida. Solo espero  poder parecerme más al padre de Abad Faciolince o el de La carretera de Cormac McCarthy y Nunca al de Kafka o al de Vargas Llosa o a nuestro sacrosanto símbolo nacional Pedro Páramo.  Amen a sus hijos y demuéstrenlo todo el tiempo, en los actos y en los gestos. Nunca hay que escatimar ni regatear el cariño. Amar, dar todo el soporte emocional y material, encausar, dejar ser,  no juzgar y después dar toda la libertad para abrir alas y seguir su camino de vida.