Eterno Retorno

Saturday, July 10, 2021

Shakespeare y Dostoievski en New Orleans

 

 


Hacía un buen rato que Carol y yo no veíamos una serie y Your Honor resultó ser una gratísima sorpresa. La presencia de Bryan Cranston encabezando el reparto es un gancho poderoso y para nada defrauda, aunque siendo honestos no está al nivel de Breaking Bad. La historia es pura esencia de Shakespeare y Dostoievski y sin demasiados recursos redondea un drama por momentos muy creíble. Michael Desiato (Bryan Cranston) es un  incorruptible  juez penal en Nueva Orleans, pero un mal día, justo cuando se cumple el primer aniversario del asesinato de su esposa, su hijo adolescente, Adam, atropella a un joven motociclista a quien deja morir en la calle. Para su mala fortuna, el  atropellado resulta ser el hijo de Jimmy Baxter, el capo de la mafia local. Es entonces cuando el amor del padre se impone a la rectitud del juez y Desiato decide proteger a su hijo y ocultar su culpabilidad. El problema es que la filia paternal también puede traducirse en infinita sed de venganza y el mafioso Baxter, destrozado por la muerte de su cachorro, no descansará hasta castigar al culpable. Es entonces cuando se abren las puertas del infierno. La escena del accidente que es el detonante de toda la historia es de lo más real y creíble que he visto en pantalla. Los accidentes son así, ocurren así, se sienten así. Quienes hemos sufrido un duro percance automovilístico lo sabemos. Es una fracción de segundo, un vil parpadeo, un fugaz latigazo de horror y adrenalina más rápido que tu capacidad de asimilarlo. El atormentado Adam Desiato es pura esencia de la Raskolnikov. A Dostoievski le habría encantado este atormentado muchachito. Para quien no tiene sangre criminal, la culpa es un demonio terquísimo, pertinaz y acosador que no te libera un solo segundo. También creo que el amor paternal está por encima de cualquier sentido del honor y los juramentos. Eso sí, la aleatoriedad es una cabrona bien hecha. Basta medio segundo para transformar muchas vidas, no solo la del atropellado y su victimario, sino la de unos cuantos inocentes que sin  haberla ni temerla se verán involucrados en la trama (no spoilers please). La tragedia shakespereana, hija al fin de la tragedia griega, va tejiendo su mortaja. Caprichos de la aleatoriedad o tentáculos del destino irreductible, pero te alcanzarán, siempre te alcanzarán. Series van, series vienen y el espíritu de Shakespeare sigue tronando sus chicharrones. Chutáosla. Vale la pena.