Molokanes Bibayoff
Vaya paradoja: los bebedores de leche fueron los primeros
en elaborar vino en el Valle de Guadalupe. Cuenta la leyenda (y la
historiografía) que hace poco más de
cien años, allá por 1905, llegaron a
Ensenada 105 familias de molokanes rusos, grupo disidente de la Iglesia
Ortodoxa que se traduce como “bebedores de leche” u “hombres de leche” (moloko
significa leche en ruso). El “lácteo” que dicen beber estos exiliados es “la leche espiritual de la
que se alimenta el alma”. El propio Lev Tolstoi llegó a escribir sobre los
molokanes, a quienes admiraba por su espiritualidad y su insumisión al sínodo ortodoxo.
Recién llegados a Baja California, los molokanes le compraron 10 mil acres de
tierra al gobierno de Porfirio Díaz y se establecieron en los alrededores del
poblado de Francisco Zarco. Eran pacifistas radicales y practicantes de la
agricultura. Sus costumbres religiosas
y formas de organización social y laboral los hermanan con los menonitas o los
cuáqueros. Fueron ellos los pioneros en el sembrado de uva y la
elaboración del vino en ese valle. Cierto, los misioneros españoles trajeron la
vid a Baja California un par de siglos atrás, pero ellos cultivaban los valles de San
Vicente y Santo Tomás, al sur de Ensenada, en donde empezaron a elaborar vino desde el
Siglo XVIII. Sin embargo, los primeros en cultivar en el Valle de Guadalupe que
todos conocemos y en donde hoy en día se produce más del 90% del vino mexicano,
fueron los rusos. Aunque
empezaron sembrando trigo, manzanas, ciruelas y olivos, empezaron a
experimentar con la vid alrededor de 1920. El primer permiso oficial para la
producción de vino otorgado a una familia rusa, data de 1931 y está a nombre de
Alejandro Daldoff, abuelo de David Bibayoff, cuya casa vinícola está
actualmente en el rancho de Toros Pintos. Bibayoff, el vino ruso-ensenadense,
aroma de caramelo y cedro y con harto sedimento, es un digno heredero de
aquellos primeros pobladores eslavos. Salud.