Eterno Retorno

Friday, July 09, 2021

Combate de sombras contra nuestros demonios interiores

 


Durante la larguísima fila para aplicarnos la segunda dosis de Pfizer, me leí de corrido las 129 páginas que me faltaban de Revancha, novela del catalán Kiko Amat. Supe de la existencia de este libro gracias a una entrevista con el autor que compartió mi colega Juancito Nicolás Becerra. El tema y las ideas expresadas por Kiko llamaron mi atención y me di a la tarea de pepenarlo. Para andarnos sin rodeos les diré que la novela es un soberano chingazo bien puesto. Hagan ustedes de cuenta que es la portada del Vulgar Display of Power de Pantera encarnada en literatura. Ultraviolencia pura y sin matices. Eso sí, cuesta trabajo entrarle y adaptarse, pues los personajes de Amat manejan su propia jerga. Traté de investigar al respecto y reparé en que no es slang barrial catalán, sino un lenguaje inventado por el autor al estilo del Nadsat creado por Burgess en Naranja Mecánica. Así las cosas, cuando empiezas a leer tienes que aprender a traducir: la nursa es la cara, los nodos son los ojos, los lipos son los labios, la clepsa la cabeza, el machino es el carro, las jinchas son las chicas y así una decena de expresiones que se repiten a lo largo de toda la novela. Ya cuando llevas unas cien páginas te acabas por acostumbrar y hasta te da risa. Su negrísimo e irreverente humor me sacó espontáneas carcajadas. Me gusta la alternancia entre la segunda persona de Amador y la tercera de César, los compulsivos saltos entre pasado y presente, las dosis de poesía fingidamente involuntaria. Revancha narra las historias de Amador, un gay de closet que se desempeña como subjefe de la facción más violenta, machista y ultraderechista de aficionados del FC Barcelona, y de César, un ex jugador de rugby que tras un periodo en la cárcel acaba como ajustador de cuentas. El personaje de Amador, por cierto, está basado en Nicky Crane, un hooligan neonazi británico de los 80, símbolo skinhead quien llevaba una doble vida, pues el ser un supremacista blanco golpeador de inmigrantes y fundador del movimiento Blood and Honor, no le impedía ser actor porno gay y un asiduo a los antros de “ambiente”. Nicky Crane murió de sida en 1993 y Amador, me parece, es su versión catalana. También estuve investigando sobre los Boixos Nois, la facción nazi de los hinchas del Barcelona. Me llama mucho la atención que un equipo como el blaugrana, tan identificado históricamente con el independentismo catalán y el antiespañolismo, pueda tener una facción de aficionados que gritan viva Franco y apoyan a Vox. El crimen por el que Amador es condenado a prisión también fue real y ocurrió en 1991, cuando cinco nazis del Barsa apuñalaron al líder de las Brigadas Blanquiazules del Espanyol. Conclusión: las infancias rotas engendran monstruos, la ultraviolencia ciega no es que más que un infructuoso combate de sombras contra nuestros demonios interiores y Kiko Amat me regaló el mejor antídoto para conjurar una fila de cuatro horas antes de ser vacunado.