Los ejemplares de El Bordo yacían bajo las llantas de los carros que seguían avanzando a paso de tortuga en medio de la cacofonía del claxon. Papeles pisados, rotos, ennegrecidos mientras yo ponía pies en polvorosa con el orgullo hecho cagada.
Así nació el pinche Bordo, abriéndose camino a madrazos. Ya después Santiago Hill y sus abogados, con payola de por medio, se encargaron de aflojar al gremio de voceadores que entonces era todavía dirigido por la ya muy anciana Agustina Caporal, la madre de Pepe Nacho Tello. Por supuesto, hubo presiones. El dueño de El Patriota, Eligio Valenciano, era un charro sindical de anacrónica estirpe, sempiterno líder estatal de la CTM, quien ejercía toda la presión posible para que los voceadores solo vendieran su periódico y nada más, pero Agustina Caporal no vio con malos ojos que sus agremiados pudieran diversificar su oferta con un producto novedoso que sin duda les traería más ingresos, pues mordiéndose el codo de hierro, Santiago Hill accedió a dar al voceador dos pesos por cada ejemplar vendido, es decir, la tercera parte de su precio total. Al final, Agustina fue más cabrona que el charro sindical e impuso su voluntad. Los voceadores de Tijuana vendieron El Patriota y El Bordo. Ley de oferta, demanda y libre competencia. En el último año del Siglo XX vender un periódico todavía era negocio, pero la decadencia tenía prisa por llegar.
Tuesday, June 02, 2020
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