Niebla del riachuelo, diría el tanguero. La mañana de mayo arrastrando su sábana de nubes y el mundo arrastrando la cobija. La ventana abierta de madrugada a petición expresa de Ikercho para conjurar el insomne calor, se transformó en un espectro frío al irrumpir el amanecer. Soñaba con algún concierto de Maiden, yo en primera fila y el predecible ritual de la segunda rola, 2 minutes to midnight con todo y sarcófagos egipcios, cuando hizo su aparición el alba en plan de hada invernal sugiriendo calcetines y tornando impostergable un inoportuno residuo de meada. Imposible retornar al sueño perdido. Imposible fundirme en ficciones sin fe, personajes que no creen en sí mismos, sombras sin sustancia. En cualquier caso, si hay un territorio con un vestigio de fertilidad narrativa, son estos oscuros amaneceres con cinco horas de sueño a cuestas y cierta predisposición a parir fantaseo y creer en cheneques capaces de dictar historias susurrando al oído. Pronto vendrá el sol de la mano del ruido y la furia del día, la dosis de perorata intolerante en las redes, tus pastillitas de verdad absoluta y tu inmersión en mil monólogos de sordos mientras la Parca va separando las piececitas con las que jugará esta jornada.
Saturday, May 09, 2020
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