Eterno Retorno

Thursday, May 07, 2020

Moisés

Pude ser yo, pudiste ser tú pero una aleatoriedad hija de puta encarnada en un bicho que aún no tomamos en serio decidió que fuera Moisés Márquez. Un colega de fierro, echado para adelante, que aún en la adversidad no perdía la sonrisa, el buen humor y la capacidad de relajar el ambiente con una broma. Se ponía la camiseta, trabajaba duro y no bajaba nunca la guardia. Lo suyo era una lealtad a prueba de fuego y también un buen corazón, atípico en las lides periodísticas. Me tocó coincidir con él en el mismo equipo desde 1999 cuando yo llegué a Tijuana a trabajar para Frontera y él laboraba en Mexicali para la Crónica (en los primeros meses nosotros éramos corresponsalía de los mexicalenses). La vida nos volvió a hacer coincidir más de una década después en la noble trinchera de InfoBaja, cuya edición sacó adelante muchísimos años. Un ritual semanal de cada miércoles en la tarde era enviar mi columna a su correo y recibir su confirmación. Lo hice hasta ayer, pues aunque sabía que estaba hospitalizado, yo le seguía marcando copia de cada colaboración que enviaba al semanario. Esta mañana bebo mi enésimo café con la noticia de su muerte. El círculo fatal se va estrechando. Primero se llevó a gente que orbitaba en mi mismo entorno y a la que conocía sin llegarla a tratar a profundidad, como fue el caso de Hebert Axel. Después se llevó a alguien con quien alguna vez coincidí trabajando en la misma dependencia, como Rogelio Palomera. Ahora el virus se lleva por primera vez a un colega de oficio con quien me tocó trabajar muy de cerca y con quien estaba en contacto cada semana. Hoy el café me sabe pura desolación. En los últimos días parecía que Moisés mejoraba y salía adelante, pero la repentina recaída fue fatal. Soy hombre: duro poco y es enorme la noche, dijo don Octa Paz, al reparar en que las estrellas escriben y alguien lo deletrea. Habrá que mirar al cielo y deletrear esta noche. Somos pura efímera sustancia, un soplo de fugacidad. Fuerte abrazo Moisés. Te seguiré enviando la columna allá hasta donde andes.