Eterno Retorno

Saturday, January 25, 2020

Latinoamérica es hoy en día la región más violenta del mundo. Miras las listas mundiales de las 50 ciudades con más homicidios por cada cien mil habitantes, y resulta que 40 son latinoamericanas y el resto son estadounidenses o sudafricanas. Tijuana ocupaba el primer lugar en 2018. Acapulco y Ciudad Juárez lo han ocupado en años recientes. También San Pedro Sula en Honduras, Caracas y no pocas ciudades brasileñas. Tomando en cuenta esos factores, podemos concluir que la novela negra latinoamericana es la historia de nuestra vida cotidiana. Incluso una novela ajena a lo criminal no podría sustraerse a esa realidad, porque el crimen todo lo envuelve. Parafraseando a Federico Campbell, que fue profeta, vivimos en la era de la criminalidad, en estados fallidos de cimientos criminales. La novela negra latinoamericana es realismo puro, crónica periodística. No hay razones para la invención. En contraparte, Europa es la región más segura del mundo, en donde menos homicidios se cometen. De hecho a nivel histórico, nunca antes se habían cometido tan pocos homicidios en Europa, o al menos eso dicen las estadísticas. Hay crimen, hay mafia, pero el homicidio es atípico. Dentro de la ya de por sí segura Europa, la región más pacífica es Escandinavia. Vaya paradoja. Posiblemente en una semana en Baja California se cometen más crímenes que en los cinco países escandinavos juntos en un año. Por ello los novelistas europeos aún deben centrarse en la trama, el rompecabezas, la invención, la sorpresa. En Estados Unidos hay una enorme diversidad. Tomo como parámetro la antología Vivir y morir en USA, con los mejores relatos de Akashic Noir y encuentras de dulce, chile y de manteca, desde Don Winslow y Connelly, a Joyce Carol Oates o Dennis Lehane. Tijuana está bendita y condenada por la geografía. Pase lo que pase, siempre seremos la joya de la corona para cualquier gran negocio criminal, para cualquier forma de tráfico, porque somos la puerta de entrada a la abundancia californiana, el mercado que todos desean. Hemos estado en primer lugar como la ciudad más violenta del mundo. Yo mismo, que ya he dejado de ser reportero, he visto en el último año tres cadáveres de ejecutados en la carretera donde vivo. Antes los veía casi todos los días, pero porque trabajaba en eso, pero ahora aunque trates de ser ajeno, no puede sustraerte. La violencia está en todos lados y todo lo envuelve. Nuestras costumbres, nuestros temas de conversación, nuestra forma de vida. Es omnipresente.