En mi antigua talacha de reportero volé no pocas veces en helicópteros. Nunca olvidaré cuando en la primavera de 1998, trabajando en periódico El Norte, abordé la aeronave de Protección Civil Nuevo León para sobrevolar Chipinque y ver desde las alturas la magnitud de los incendios que lo abrasaban. Recuerdo que aquella vez volamos entre los dos peñascos de la M en la Sierra Madre. Fue algo impactante. Aquí en Tijuana, siendo reportero de Frontera, me tocó subir a uno de los vuelos de estreno del recién adquirido helicóptero de la Policía Estatal Preventiva (y no podría asegurar si se trataba del mismo helicóptero que se desplomó después en el Centinela). En aquella ocasión sobrevolamos la conflictiva zona Este tijuanense. Alguna vez volé de San Quintín a Tecate y en otra volamos sobre la sierra de San Pedro Mártir para tomar fotos de los fuegos forestales. Una sola vez me tocó abordar un helicóptero marcado por la fatalidad. Ocurrió en el verano de 2015, cuando volamos con el empresario Fernando Maiz desde el hangar de Villa Montaña, en San Pedro, a su quinta en el municipio de García, Nuevo León. Un año y medio después de aquel viaje, el gran Fernando caería en ese mismo helicóptero en Bustamante (y el país perdió a un filántropo ejemplar). En cualquier caso, nunca olvidaré que alguna vez volé en un helicóptero que hoy es ceniza.
La muerte de Kobe Bryant me ha llevado a hacer un recuento de personajes públicos que han muerto recientemente en caídas de helicópteros y la conclusión es que son demasiados. Los gobernadores poblanos Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle; el secretario de Seguridad de Fox, Ramón Martín Huerta; Gustavo Alberto Vázquez Montes, ex gobernador de Colima; el empresario Moisés Saba y por supuesto, los caídos del 11/11/11, Francisco Blake Mora, el colega Alfredo García Medina y otros integrantes de la Segob, a quienes los bajacalifornianos conocimos bien. Esos son los que me acuerdo sobre la marcha, pero sin duda son más. ¿Tantas muertes no dan como para considerar al helicóptero un artefacto de altísimo riesgo? Acaso dentro de algunos años, desde el cómodo palco del futuro, nuestros nietos o bisnietos recordarán a quienes arriesgaban la vida en esas inseguras aeronaves tan propensas a la caída, que para entonces ya estarán en desuso. Una tragedia de helicóptero, ocurrida en Mexicali durante el Domingo de Ramos de 2017, me inspiró a escribir una crónica-cuento llamada Infortunios del Centinela. El fallido rescate de una excursionista a la que encontraron muerta, costó la vida a dos rescatistas, un piloto y su asistente. La caída de esa nave (al igual que la de Bryant) la vimos todos en YouTube. El helicóptero chocó con un cable de alta tensión y seis segundos después estallaba sobre el árido suelo. ¿Volvería a subirme a un Hellacopter? La verdad es que a estas alturas ya no estoy tan seguro.
Monday, January 27, 2020
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