Como una suerte de juego de galletas chinas, a menudo abro al azar libros de Federico Campbell y me pongo releer donde la aleatoriedad dicte. Las más de las veces encuentro una clave o un señuelo que retroalimentan alguna obsesión actual. Anoche abrí Post Scriptum Triste y me reencontré con este párrafo:
“Todo escritor de oficio sabe que cuando está escribiendo y deja de hacerlo –porque se va a comer o a dormir, a meterse debajo de la regadera o a transportarse en un taxi- hay otro escritor que sigue escribiendo. Ése es el verdadero escritor fantasma que, como el perico en el hombro del pirata, tiene todo escritor. Este “papagayo de pirata” -según me decía mi amigo brasileño Wladir Dupont- sigue escribiendo en las noches de insomnio o de sueño profundo. Es el escritor automático que no pocas veces soluciona los mejores párrafos”.
Coincido con el gran Federico. El mejor narrador, el más loco y alucinado de todos, es el que me toma por asalto cuando voy caminando, cuando me estoy quedando dormido o cuando sueño. Es ese canijo contador de historias que en los momentos menos adecuados y sin decir agua va me pone a hablar solo. Para escribir no necesito tener una pluma en la mano o estar frente a un teclado. Cuando me mires a los ojos y mi mirada esté en otro lugar (Charly García dixit) es porque estoy escribiendo. Hoy se cumplen tres años sin Federico Campbell. Mil y un hubieras e historias de lo que pudo haber sido se han tejido desde entonces mientras cruzo furtivamente y sin papeles mi propia frontera narrativa.
Wednesday, February 15, 2017
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