Las historias suelen ser caprichosas. A veces se insinúan y nos rondan de cerca por años; nos guiñan un ojo, nos tocan la pierna por debajo de la mesa y nos arrojan destellos de lo extraordinario que sería narrarlas, pero todo se reduce a un juego de seducción, un idílico castillito mental del que nunca brota una primera piedra. Hay una idea que durante meses se aloja en lo profundo de la cabeza y cuando parece que va a germinar acaba diluyéndose como un puño de arena. Muchas quedan solamente en eso, meras tentativas y fugaces deseos. Hay una vasta bibliografía de libros que he deseado escribir y nunca fueron más allá de un garabateo de dos hojas.
Saturday, February 11, 2017
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