Eterno Retorno

Wednesday, February 01, 2017

La temperatura de la protesta parece ir de nuevo en aumento. Una valla de unos cien manifestantes bloquea la única ruta hacia la termoeléctrica de Pemex. Ni una sola pipa cargada con gasolina puede salir a la ciudad si no es por ese camino y el desabasto de combustible empieza a hacer estragos en toda el área metropolitana. Hace seis días que no se surte una gota en las gasolineras de Tijuana y Rosarito y a estas alturas los depósitos están vacíos. Los federales intentaron sin éxito romper el cerco, pero los manifestantes han resultado ser bravos. Alfredo Alzamendi vuelve a trasmitir en vivo por Facebook. En la pantalla del iPad aparece la formación de los gendarmes cubiertos por sus escudos antimotines. Es como si toda la formación fuera un solo monstruo acorazado, una gran tortuga con escamas rectangulares. El iPad de Ariel está colocado sobre la mesita de su balcón con vista al mar, justo a un lado de la copa de vino. La imagen del monstruo acorazado es la que intenta captar Alfredo sosteniendo con mano temblorosa su teléfono celular, parado a escasos seis metros de donde están los policías. Su pulso es malo y sus nervios son extremos, fatal combinación a la hora de aspirar a una trasmisión sin temblores. Está colocado de espaldas a los manifestantes que bloquean la entrada y salida de pipas y de frente al cerco policial que cada vez está más cerca. Alfredo sabe que a estas alturas la única apuesta sensata es tratar de adivinar si sobre su cabeza caerá primero un piedrazo de los manifestantes o un macanazo de la policía. Sabe que será imposible salir ileso de ahí, pero el ver en la pantalla a los más de dos mil internautas que están siguiendo en este momento su trasmisión es el aliciente y el golpe de adrenalina que lo mantiene firme en la trinchera. Alfredo se ha transformado en una estrella de las redes sociales. No gana un peso y no tiene claro si acaso va a comer mañana, pero el saberse considerado como un punto de referencia justifica cualquier hambruna. Así son los nuevos turbulentos tiempos del periodismo.