Cuando la neblina es ama y señora de los días, el entorno de la carretera Escénica es un espectro diluido en el gris de febrero, una sombra difusa, apenas una intuición.
Hay días como hoy en que la niebla lo devora todo. Ante los ojos no hay mar ni horizonte, mucho menos islas. Del Pacífico sólo queda el rumor, la intuición de su presencia, el viento helado y la respiración del gigante dormido que ni siquiera huele a agua marina.
De las olas más furiosas sobrevive el retumbar perdido entre el color de los fantasmas.
El resto es brisa helada, el abrazo de un mar inodoro, el vacío. Sólo el vacío.
Friday, February 10, 2017
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