Sin rodeos ni preámbulos les diré que el libro cuya huella fue más profunda en el año que despedimos es el ensayo De animales a dioses del israelí Yuval Noah Harari. Me gustan los libros que son capaces de dejarme la cabeza sembrada de signos de interrogación y luego de leer esta sui generis y muy crítica historia de la humanidad quedan mil y un dudas surcando mi cabeza y no pocas ideas para nuevos relatos. Hace 50 mil años había sobre la Tierra seis diferentes razas humanas, de las cuales solo una sobrevivió, el homo sapiens, que de ser un simio insignificante pasó a ser el amo del planeta. Sin caer nunca en superchería apocalíptica, el autor concluye que el final del homo sapiens tal como lo conocemos puede estar cerca. Este simio inventó el dinero y lo transformó en la religión planetaria por excelencia y al mismo tiempo en la mayor intersubjetividad del Universo y la mayor prueba de confianza entre extraños. El cuadro de honor lo completan Limónov de Emmanuel Cárrere, El año del verano que nunca llegó de William Ospina y El encantador de Lila Azam. Estos cuatro libros fueron los que me marcaron en 2015 y demandarán pronta relectura. Limónov es el retrato de un personaje complejo, contradictorio, absurdo y mesiánico, el auténtico Bowie bolchevique, que en su momento reseñé en este mismo espacio. El libro de Ospina tira de los infinitos hilos que pueden ir deshebrando un mito literario como es el oscuro verano de 1816 que reunió en la mansión de Villa Diodati, a orillas del lago Lemán, en Suiza, a Lord Byron, Percy Shelly, Mary Woolstoncratf y John Polidori. En aquel húmedo junio donde el sol nunca salió, nacieron para la literatura dos de sus monstruos emblemáticos: Frankenstein y el Vampiro. Finalmente El encantador de la bella franco-iraní Lila Azam es un ensayo sobre el concepto de la felicidad en la obra de Vladimir Nabokov. Adorable e inspirador (de hecho ha inspirado un cuento ganador).
Thursday, December 31, 2015
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