Vaya sorpresa que me he llevado en la edición navideña de InfoBaja. Tan noble gesto solo puede ser atribuible a mis colegas y amigos Luis Fernando Vazquez Bayod y Moisés Márquez quienes han considerado que esta compulsión mía de dejar correr letras prófugas por la estepa del papel en blanco es suficiente como para ser considerado entre los personajes del Año 2015. Cierto, dejé zarpar algunos barquitos de papel que por fortuna llegaron a buen puerto, pero yo sostengo que los premios literarios son muy parecidos a las series de penales (y al parecer a los Tigueres y a mí no nos va tan mal a la hora de entrarle a esta ruleta rusa). Me da gusto compartir el espacio con personas a las que aprecio y respeto tanto en lo profesional como Roxana Di Carlo, el parejón Memo Rentería, Alejandro Bustamante y Pepe Avelar, quienes en sus respectivas trincheras suelen tirarse a matar y sobre todo se atreven a pensar y ser diferentes. Por lo que a mí respecta, el 2015 fue un año de muchísimo trabajo traducido en decenas de miles de palabras. Tal vez si lo mido en términos tan fríos como número de párrafos escritos, rentabilidad y llamadas a mi teléfono para darme una buena noticia, podría concluir que ha sido mi año más provechoso. Lo cierto es que una de las claves, debo admitirlo, es que en 2015 he tenido que aprender a decir muchos “no”, a bajarme de barcos, rechazar invitaciones, dejar de ser ajonjolí de todos los moles y concentrarme en una sola cosa, la única que puedo hacer en este mundo. Sin embargo, lo mejor de este camino de vida es la absoluta libertad y la posibilidad de pasar tanto tiempo con mi hijo y con mi esposa, al menos bastante más de lo que pasa un padre de familia promedio. No tengo un dios para agradecerle y sin embargo me siento agradecido -con la aleatoriedad, con el destino, con el panteón pagano- por poder vivir esta vida, exactamente la que quiero vivir y tal como quiero vivirla.
Friday, December 18, 2015
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