Cada quien sus nostalgias, cada quien sus saudades. Las mías suelen ser aferradas, tercas como la chingada. Irremediablemente redundan en prófugos garabatos con complejo arañil, escupitajos de tinta yacientes en improbables cuadernos refundidos en las ignotas profundidades de mis libreros, en las mil y un ideas que zumbaron como abejorros alrededor de mi cabeza sin acertar a transformarse en palabra escrita (el entrevero con mi Emilio Renzi particular es que ni yo mismo le entiendo un carajo a la caligrafía de mis diarios adolescentes). Saudades que naufragan en calles mojadas peinadas por tenis rotos con una mochila- menhir sobre la espalda. Penumbrosas nostalgias tocando una y otra vez las mismas rolas metaleras de toda la vida. ¿Y qué carajos suena esta noche? Suena Motorhead ¿Podría sonar otra cosa? One more fucking time. El título lo resume todo. Las sombras de diciembre arriban puntuales por la puerta corrediza del patio. Este mes nunca se niega a sí mismo. En la esquina brilla el árbol y por la ventana irrumpe el traje negro bordado de niebla. Lost in the Ozone. Mi carta de navegación ha trazado la ruta que deberá seguir la tinta en 2016. Vaya lección de arado en el mar: la pluma va ir por donde se le dé la chingada gana, como siempre.
Wednesday, December 30, 2015
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