Hay algo siniestro en el timbre del teléfono, la fatal certidumbre de estar a punto de recibir una noticia que será por definición mala, el deseo siempre reprimido de no contestar.
Teoría conspiracionista: las moscas han urdido un siniestro complot internacional para impedir a mis ideas materializarse en palabra escrita. Cuando se intuye el aroma de la inspiración al hacer su arribo, aparece en escena una mosca invitándome a matarla.
No he construido mayor patrimonio que mis recuerdos, pero hoy hasta ellos tienen amenaza de embargo. Una sombra blanca se posará sobre ellos y mi memoria será la baba de semen culpable que huye por el resumidero, la apenas perceptible cicatriz dejada por la aspiradora límbica.
Soñar con pepenar un libro viejo y a punto del deshoje de Lautreamont. Un libro de la misma editorial y estilo del Aurelia de Nerval pepenado en una mesa de regalos. Un libro en cuyo papel cenizo y quebradizo había espacio para fotos de alguna obra teatral sesentera, pues en mi sueño Lautremont escribió teatro y nació en 1911.
Friday, September 19, 2014
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