Eliminar al FCE
Como si se tratara de poner la cereza en el pastel de una presidencia analfabeta, Leo Zuckerman propone eliminar el “gasto” que le representa al contribuyente mantener el Fondo de Cultura Económica, cuyos libros, dice, solo leemos una ínfima cantidad de mexicanos. Bajo su criterio, esta editorial ha perdido su razón de ser y no tiene ya sentido ni justificación seguirla manteniendo. Con toda franqueza, creo que si a gastos gubernamentales superfluos vamos, debe haber unos diez mil absurdos derroches dignos de ser eliminados antes que el Fondo de Cultura Económica. El gobierno es campeón en inventar gastos sin justificación ni impacto positivo para el ciudadano. El simple derroche en publicidad oficial, logística de giras y burocracia ineficiente debe superar por cientos de millones al pelo de gato presupuestal que representa mantener a la editorial.
Yo nací cuando el Fondo de Cultura Económica estaba cumpliendo exactamente 40 años. Ya no era la época de oro de mi tocayo Cosío Villegas en que el Fondo era la única alternativa editorial del país y sin embargo, fue gracias a su colección Lecturas Mexicanas (una colección que era en efecto muy económica) que conocí a Rulfo, a Paz, a Fuentes, a Zaid, a León Portilla, a Torri, a Ramos. Vaya, para no ir más lejos, gracias al Fondo de Cultura Económica llegó a mis manos la antología El cuento hispanoamericano de Seymour Menton, mi puerta de entrada a Cortázar, Revueltas, Quiroga, Arreola, José Agustín y un largo etcétera. El Fondo de Cultura Económica fue mi umbral rumbo a nuevos universos que de otra manera me hubiera tardado en descubrir. Si esa editorial mantenida con nuestros impuestos no hubiera existido, la cartografía de mis lecturas habría sido harto distinta. Fuera del Fondo, la otra alternativa al alcance del bolsillo estudiantil era Porrúa, que publica a los clásicos, y párale de contar. Cuando yo era estudiante, comprarme un libro de algún sello editorial español era un lujo impagable.
Los priistas siempre han sido rateros pero antes al menos eran cultos o se preocupaban por la cultura. Hoy ni siquiera saben leer. Todos esos libros, enciclopedias y hasta cómics con el sello de la SEP que gracias a nuestros impuestos eran baratísimos, casi al nivel de regalo, sembraron las semillas de mi pasión por la historia y la literatura mexicana. Tal vez era una visión oficialista la que promovían, pero quienes fuimos niños en los años 80 tuvimos acceso a millones de libros subsidiados por el gobierno. Puedes pensar lo que quieras, pero para mí fue un dinero bien invertido.
Dice Leo Zuckerman que el FCE ya no es necesario pues el mundo editorial ha cambiado mucho. En efecto Leo, tienes mucha razón: el mundo editorial ha cambiado mucho y déjame te digo que está jodidísimo. ¿Acaso no ves a Jorge Herralde forzado a vender más de la mitad de las acciones de Anagrama, a TusQuets absorbido por Planeta y al Pingüino voraz tragándose Alfaguara? El mundo editorial independiente va a quedar supeditado a las más salvajes leyes de la oferta y la demanda. La resistencia la sostienen proyectos heroicos como Sexto Piso y Almadía y algunos sellos artesanales, pero te juro que el panorama no pinta halagador. Dice Leo que hay librerías en todas las ciudades mexicanas. Pues mira, yo vivo en Rosarito y por estos rumbos el único sitio que vende algunos libritos es la Comercial Mexicana y por lo que respecta a las librerías de Tijuana, su realidad es navegar cada día como salmones para sobrevivir. ¿En qué país está la Arcadia editorial que describes en tu artículo?
Está bien Leo, que eliminen el Fondo, total, somos unos cuantos intelectualitos de clase media los que le sacamos provecho. Lo único seguro, es que el dinero “ahorrado” con la eliminación del FCE se perdería entre el gasto corriente del gobierno, pero te juro que nadie podría llenar el vacío dejado por la editorial. De acuerdo, creo que el Fondo debe dejar de andarle organizando shows al presidente y debe volver a su espíritu original. También creo que debería tener una administración y sobre todo una distribución más eficiente, pero de ahí a creer que debe ser eliminado hay un abismo de distancia. De verdad Leo, aunque a veces parece que estamos haciendo monos de nieve en la Laguna Salada, ninguna inversión en cultura es dinero tirado y aunque no lo creas, en este país existimos algunos lectores. Somos poquitos, es cierto, pero somos más de los que tú crees. (DSB)