El ojo en la nuca
La charla entre amigos, la que surge espontánea en la mesa de un café, la barra de una cantina o el inbox de un Facebook, es, al igual que la memoria, un ejercicio de libre fluir de ideas y asociaciones a veces inconexas o sin un tópico vértebra que le guíe. La estructura real de una plática es diferente a la de la escritura y por eso hay quien piensa que los libros conversacionales están destinados a ser pequeños satélites complementarios a los que se confina a una suerte de segunda división literaria. Por lo que a mí respecta, debo confesar que el diálogo en internet entre Juan Villoro e Ilan Stavans editado por Anagrama en el libro El ojo en la nuca ha sido de una de las lecturas que más he disfrutado en lo que va del 2014. Un libro que leí y subrayé en un par de días con la ligereza con la que se bebe una cerveza clara en un mediodía de verano. El proceso de edición respetó el espíritu informal de la charla lo cual se agradece. Juan Villoro es tal vez el más caleidoscópico y polifacético de los intelectuales mexicanos, alguien que se mueve como alegre pez en las aguas de la crónica, el ensayo, el artículo editorial, el cuento y la novela, mientras que el diaspórico Ilan Stavans es una suerte de tránsfuga multicultural que por algún azar nació en México, aunque su escritura oscila entre el inglés y el idish y sus géneros van de la novela gráfica al ensayo académico. Con dos autores tan versátiles, el resultado solo puede ser una charla riquísima en donde se habla lo mismo del sentido lingüístico de una expresión como “pelos en la lengua”, que del nacionalismo y el sentimiento de pertenencia, pasando por géneros literarios, sueños, gustos cinematográficos, futbol, hábitos de higiene y hasta fantasmas y aparecidos. Hay agilidad, picardía, profundidad y una creíble vibra espontánea en este rico ejercicio de diálogo que ha dado como resultado una obra donde el lector, irremediablemente, acaba por sumarse a la charla.