Y dale con los cuentos...
Las sabanas del Decurryache son como una alfombra vieja y deslavada que los dioses zarahuakos sacaron de sus palacios y arrojaron al mundo para que el Sol la secara. Una alfombra sin color, llena de pelusas y alimañas voraces que tienen como única misión en la existencia estarse devorando unas a otras. El Decurryache es como el Infinito mismo un juego de espejos o las trampas del Mito del Eterno Retorno. Hay viajeros que aseguran haber andado jornadas enteras en línea recta durante va-rios días, al cabo de los cuales se encontraban de nuevo en el lugar donde empezaron el viaje. Muchos han entrado y se han perdido para siempre y según las leyendas que cuentan las abuelas en su lengua zarehuako, es común encontrarse fantasmas cabalgando que le preguntan a los viajeros por la salida y si nos les dan respuesta, los obligan a ir en ancas hasta que puedan encontrar un camino, lo cual nunca ocurre, por lo que se convierten en sus compañeros errantes.
Las sabanas del Decurryache son como una alfombra vieja y deslavada que los dioses zarahuakos sacaron de sus palacios y arrojaron al mundo para que el Sol la secara. Una alfombra sin color, llena de pelusas y alimañas voraces que tienen como única misión en la existencia estarse devorando unas a otras. El Decurryache es como el Infinito mismo un juego de espejos o las trampas del Mito del Eterno Retorno. Hay viajeros que aseguran haber andado jornadas enteras en línea recta durante va-rios días, al cabo de los cuales se encontraban de nuevo en el lugar donde empezaron el viaje. Muchos han entrado y se han perdido para siempre y según las leyendas que cuentan las abuelas en su lengua zarehuako, es común encontrarse fantasmas cabalgando que le preguntan a los viajeros por la salida y si nos les dan respuesta, los obligan a ir en ancas hasta que puedan encontrar un camino, lo cual nunca ocurre, por lo que se convierten en sus compañeros errantes.