Eterno Retorno

Wednesday, January 28, 2004

La pastilla del día después

Dado que a partir de esta semana me dedico oficialmente a trabajar temas relativos a la salud de los tijuanenses, me he visto inmerso en la controversia generada en torno a la pastilla Vicka, llamada la píldora del día después, que hace la gracia de anular el óvulo fecundado siempre y cuando no hayan transcurrido más de 12 horas del arrumaco. Esta pastilla es ideal para aquellos casos en que la enamorada doncella, presa de un fervor uterino primaveral, haya olvidado tomar sus Mercilón o en caso de que el incontinente caballerito, no haya tenido morralla suficiente para comprarse siquiera unos Trojan. También es perfecta para cuando el caballerito en cuestión, haciendo alarde de una habilidad de gladiador porno, le haya prometido muy solemnemente a su doncellita: “No te preocupes, no te voy a embarazar, yo me salgo antes”. Y sin duda la ingenua doncella, creyó que su chambelán tendría el control total de cada una de las gotas de su semen y que el coitus interruptus prometi-do, se daría al cabo de una hora de viriles arremetidas. Pero ahí tienes que el timorato caballerito, eyaculador precoz por herencia y vocación, no logró completar tres minutos y cuando su amada ape-nas iba, él ya venía y sin siquiera alcanzar a salir a tiempo. Vaya chasco. ¿Es esa la manzana del placer? Por supuesto, el tarado jovenzuelo pretextará: “amor, es que me excitas demasiado”, mientras la insatisfecha doncella, sin poder disimular su encabronamiento, hace esfuerzos por limpiar los chorros de prematuro semen. Pero de nada valen los esfuerzos: el óvulo está fecundado. Para estos casos, tan frecuentes entre los jovenzuelos, nada mejor que tomarse una pastillita Vicka que le pondrá un alto al adelantado embrión que ya correría presuroso dispuesto a existir, ignorante el pobre de las miserias que le esperan en este valle de lágrimas.
Pero por fortuna, la Secretaría de Salud ya distribuye en Baja California la pastilla del Día Después que evitara a la calenturienta doncellita el ser la involuntaria madre de un niño que irá a parar a una guardería del IMSS, que tendrá un padrastro golpeador, que será abusado sexualmente y se convertirá en una alimaña social en su adolescencia que en el mejor de los casos se dedicará a robar estéreos para financiar su dosis de chiva o crystal, según sea su gusto.
Toda esta triste historia, tan común entre nuestros hormonales jovenzuelos, sirve para ejemplificar la utilidad de esta pastilla. Por un respeto elemental a mi Código de Ética, cuando estoy tratando un tema que genera debate, no expreso mi punto de vista, pero dado que la defensa del aborto es una de las banderas de mi vida, me veo obligado a aclarar mi muy personal posición al respecto- Como pe-riodista no tengo opinión. Yo simplemente informo sobre cuestiones de interés que generen polémi-ca. Como ser humano, esta es mi opinión al respecto:

Declaración de principios

Yo creo que el aborto debe ser absolutamente legal. Debe ser permitido en todos los casos y en cualquier momento del embarazo. No solo en caso de violación o malformaciones. Si una mujer no quiere tener un hijo, tiene todo el derecho del mundo a arrojarlo al caño. Será mejor que lo haga durante el embarazo y no cuando el mocoso haya nacido. Por lo demás, es común que los arrojen a basureros o que los golpeen hasta matarlos. Recientes casos fatales de maltrato infantil en Tijuana, me llenaron de tristeza y me hicieron pensar que mejor les hubiera ido a esos niños si los hubieran abortado. ¿Para eso quieren tener un hijo? ¿Para hacerlo pobre e infeliz? ¿Para desentenderse de sus cuidados? No lo entiendo.

El aborto no sólo debe ser legal, sino promovido y facilitado. Las instituciones de salud pública debe-rían practicar abortos gratuitos y fomentarlos entre las clases populares. A menudo, la gente más jodida e irresponsable, los desempleados y marginados son los que paren más hijos. Entre ellos preci-samente se debe promover el aborto como una opción sana y viable. Para completar lo no expresado aquí por falta de tiempo y espacio, se recomienda leer a Fernando Vallejo, El desbarrancadero y Rambla paralela. Lo expresado por este colombiano puede ser atribuido a mi persona. Es más, no están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero yo le dicté las novelas. Nomás no le digan a nadie.


PD- También estoy totalmente a favor de la eutanasia y la pena de muerte, pero luego le entramos a esa machaca.