- Sobre la edad adulta. El viejo dilema del Fausto y Mefistófeles -
Leo y reflexiono sobre lo que escribe Julio Sueco en torno a la edad. Vaya karma. “Hay una edad para todo, vive tu edad, no estás en edad”. Y el pinche tiempo tiene prisa. A cierta edad eres demasiado chico para entrar a un antro y pretender a una morra. Muy pronto, en un abrir y cerrar de ojos, eres demasiado viejo para estar en ese antro y eres un rabo verde asalta cunas si pretendes a una morrita.
Si tienes 14 o 15 años, la chica de tus sueños, que tiene tu misma edad, estará soñando con un tipo de 19 o 20 años, al que tú miras como un señor. A esa edad quieres entrar a un antro y te las arreglas para sacar una licencia falsa y tratar de engañar al guardia de la puerta. A esa edad llevas una cuenta exacta (casi siempre con los dedos) de tus experiencias sexuales, mismas que magnificas como haza-ñas ante tus amigos. 15 años después, (15 años que se pasan volando), te empiezas a ver o sospechoso en la barra de ese antro. En el mejor de los casos serás un ruco buena onda. La morrita de 19 años pretenderá un tipo de 22 o 23 años y tu le resultarás demasiado maduro . Hace mucho has perdido la cuenta de tus experiencias sexuales y en lugar de presumirlas, hay algunos episodios eróticos de tu pasado que ocultas por temor a ensuciar tu reputación.
La sociedad y sus parámetros son quienes definen el rol generacional. De eso no me queda la menor duda. Aquí en Tijuana la sociedad es bastante tolerante y ecléctica con eso de las edades. Vaya, en Tj una persona de 40 años no se queda con las ganas de salirse a rolar a un antro ni se ve mal que lo haga. Hay muchos noviazgos adultos y el arte del ligue y el coqueteo se sigue practicando entre gente que dejó la adolescencia hace muchos años. Vaya, basta con dar un rol por la barra del Sótano Suizo o cualquier antro de Tijuana y contar cuantas personas hay de 35 o 40 años. La verdad yo veo muchas.
En Monterrey la sociedad es mucho más represiva en lo que a tu rol generacional se refiere. Si tienes más de 27 años y no te has casado, empezarás a oler mal, muy mal y la gente hablará pésimo de ti. No se ve bien que acudas a antros en plan de soltero y lo que se espera es que a tus 29 o 30 años tu rol social se desarrolle en bautizos, piñatas de los amiguitos de tu niño, fiestas formales de la oficina o cuando muy reventado, la despedida de soltero de tu compadre quedado de 32 años.
Por ejemplo, ahora que acabo de estar en Monterrey en Navidad, comprobé que la enorme mayoría de mis compañeros de primaria y secundaria, generación 74 aclaro, ya están casados y con hijos. Aquí en Tijuana, la mayoría de mis contemporáneos generacionales siguen gozando al máximo su soltería (y nada indica que piensen dejarla próximamente). En Tijuana hay muchas más alternativas de vida y diversión para un soltero de más de 30.
Por lo que a mi respecta, sigo tendiendo mi reducto de adolescencia en lo que a gustos musicales se refiere. Aunque el metal no es lo más actual del mundo en términos comerciales, yo no me siento en absoluto cohibido o desfasado cuando se trata de clavarme a un furioso slam en una tocada. Y auque muchas de las bandas que oigo ya pintan canas, también compro muchísima música nueva (Children of Bodom, una banda finlandesa que escucho demasiado, está integrada por mocosos que estaban en pañales cuando yo ya tenía mis discos de Iron Maiden y Quiet Riot) Me gusta la parafernalia radical y aún están pendientes algunos tatuajes que deseo hacerme. Odio la formalidad en el vestir y me ahuevan las aburridas bandas propias de treintañeros (léase Coldplay y similares) Pero en otro sentido soy todo un señor responsable. Me casé a los 24 años, la edad promedio de un regio y hace un buen rato que me aburrí de los antros, por la sencilla razón de que ahí ya agoté la fuente y ya descarté la posibilidad de encontrar el sentido de la vida en un tugurio. Soy monogámico y hogareño (peor para mis vecinos que deben tolerar el metal) y aunque me aburre horrores la formalidad del mundo adulto, confieso que me deprimen los treintañeros que viven con sus padres y tienen el descaro de sablearles lana para salir a la Plaza Fiesta a buscar a la doncella de sus sueños. Pero en fin, cada quien su abarrote. El hombre siempre pensará que no vivió lo suficiente y que la juventud es un paraíso perdido e irrecuperable. No por nada, el Fausto de Goethe es la obra cumbre que toca el mayor drama psicológico del occidental. A cierta edad, le venderías hasta el culo a un Mefistófeles a cambio una dosis de primaveral espíritu adolescente.
Leo y reflexiono sobre lo que escribe Julio Sueco en torno a la edad. Vaya karma. “Hay una edad para todo, vive tu edad, no estás en edad”. Y el pinche tiempo tiene prisa. A cierta edad eres demasiado chico para entrar a un antro y pretender a una morra. Muy pronto, en un abrir y cerrar de ojos, eres demasiado viejo para estar en ese antro y eres un rabo verde asalta cunas si pretendes a una morrita.
Si tienes 14 o 15 años, la chica de tus sueños, que tiene tu misma edad, estará soñando con un tipo de 19 o 20 años, al que tú miras como un señor. A esa edad quieres entrar a un antro y te las arreglas para sacar una licencia falsa y tratar de engañar al guardia de la puerta. A esa edad llevas una cuenta exacta (casi siempre con los dedos) de tus experiencias sexuales, mismas que magnificas como haza-ñas ante tus amigos. 15 años después, (15 años que se pasan volando), te empiezas a ver o sospechoso en la barra de ese antro. En el mejor de los casos serás un ruco buena onda. La morrita de 19 años pretenderá un tipo de 22 o 23 años y tu le resultarás demasiado maduro . Hace mucho has perdido la cuenta de tus experiencias sexuales y en lugar de presumirlas, hay algunos episodios eróticos de tu pasado que ocultas por temor a ensuciar tu reputación.
La sociedad y sus parámetros son quienes definen el rol generacional. De eso no me queda la menor duda. Aquí en Tijuana la sociedad es bastante tolerante y ecléctica con eso de las edades. Vaya, en Tj una persona de 40 años no se queda con las ganas de salirse a rolar a un antro ni se ve mal que lo haga. Hay muchos noviazgos adultos y el arte del ligue y el coqueteo se sigue practicando entre gente que dejó la adolescencia hace muchos años. Vaya, basta con dar un rol por la barra del Sótano Suizo o cualquier antro de Tijuana y contar cuantas personas hay de 35 o 40 años. La verdad yo veo muchas.
En Monterrey la sociedad es mucho más represiva en lo que a tu rol generacional se refiere. Si tienes más de 27 años y no te has casado, empezarás a oler mal, muy mal y la gente hablará pésimo de ti. No se ve bien que acudas a antros en plan de soltero y lo que se espera es que a tus 29 o 30 años tu rol social se desarrolle en bautizos, piñatas de los amiguitos de tu niño, fiestas formales de la oficina o cuando muy reventado, la despedida de soltero de tu compadre quedado de 32 años.
Por ejemplo, ahora que acabo de estar en Monterrey en Navidad, comprobé que la enorme mayoría de mis compañeros de primaria y secundaria, generación 74 aclaro, ya están casados y con hijos. Aquí en Tijuana, la mayoría de mis contemporáneos generacionales siguen gozando al máximo su soltería (y nada indica que piensen dejarla próximamente). En Tijuana hay muchas más alternativas de vida y diversión para un soltero de más de 30.
Por lo que a mi respecta, sigo tendiendo mi reducto de adolescencia en lo que a gustos musicales se refiere. Aunque el metal no es lo más actual del mundo en términos comerciales, yo no me siento en absoluto cohibido o desfasado cuando se trata de clavarme a un furioso slam en una tocada. Y auque muchas de las bandas que oigo ya pintan canas, también compro muchísima música nueva (Children of Bodom, una banda finlandesa que escucho demasiado, está integrada por mocosos que estaban en pañales cuando yo ya tenía mis discos de Iron Maiden y Quiet Riot) Me gusta la parafernalia radical y aún están pendientes algunos tatuajes que deseo hacerme. Odio la formalidad en el vestir y me ahuevan las aburridas bandas propias de treintañeros (léase Coldplay y similares) Pero en otro sentido soy todo un señor responsable. Me casé a los 24 años, la edad promedio de un regio y hace un buen rato que me aburrí de los antros, por la sencilla razón de que ahí ya agoté la fuente y ya descarté la posibilidad de encontrar el sentido de la vida en un tugurio. Soy monogámico y hogareño (peor para mis vecinos que deben tolerar el metal) y aunque me aburre horrores la formalidad del mundo adulto, confieso que me deprimen los treintañeros que viven con sus padres y tienen el descaro de sablearles lana para salir a la Plaza Fiesta a buscar a la doncella de sus sueños. Pero en fin, cada quien su abarrote. El hombre siempre pensará que no vivió lo suficiente y que la juventud es un paraíso perdido e irrecuperable. No por nada, el Fausto de Goethe es la obra cumbre que toca el mayor drama psicológico del occidental. A cierta edad, le venderías hasta el culo a un Mefistófeles a cambio una dosis de primaveral espíritu adolescente.