Eterno Retorno

Saturday, January 24, 2004

Estoy en un café internet en el centro de Rosarito. La respuesta a qué carajos hago yo aquí un sábado por la tarde es Telnor. Mi conexión a Internet nomás no se dignó a jalar. Hablé al 1 800 CHINGATUMADRE para pedir asistencia técnica y jamás pude hablar con una voz humana. Así las cosas, tuve que venir a Rosatlán a enviar un reportaje pendiente y bueno, aprovecho para bloguear un poco y para afirmar y sostener que Eterno Retorno odia a Telnor y le dedica una honesta mentada de madre además de un suculento escupitajo. Maldito monopolio de mierda, vas y rechingas a la reputa madre que te remilparió.



La noche del jueves fui a cubrir un funeral. No me creo eso de que la gente se pone a orar frente al cadáver. Ni madres. Todos, incluido yo, vamos a viborear el trabajo del taxidermista. El arte de magia de transformar un cuerpo que quedó desfigurado por nueve plomazos de cuerno de chivo, en todo un figurín maquillado y peinado para su fiesta.
El clasismo es vigente hasta en los funerales. En la sala más grande velan al jefe. Unos cuantos políticos y comandantes aprovechan para socializar. En la sala chica y apartada velan al escolta, que murió cumpliendo con su chamba, que era proteger a su jefe sentenciado a muerte. Ahí los familiares, gente humilde de lágrima sincera, ha llevado un conjunto a que le cante al muerto su última serenata. Ni falta hace decir que en ese momento, por primera vez me invadió algo que se parecía a una honesta melancolía.



Mejor me retiro. Carol se quedó en casa preparando una suculenta pasta con camarones y a mí ya me anda. Pasaré al Calimax a comprar unos cuantos vinos para la ocasión y me prepararé espiritualmente para gozar de una rica cena. La tarde está cubierta de nubes, el Pacífico está en plan pendenciero y el horizonte amenaza lluvia furiosa. Y a mi, sólo me resta confesar que Amo estas tardes.