“Toda historia escrita, encuentra su lector. El tercero, el lector es quien hace la diferencia. Que sean millones o uno solo da exactamente lo mismo”. Y sí, la tierra fértil de Los Impacientes no se agota en la primera en la primera cosecha y las palabras parecen tener siempre una segunda oportunidad para iniciar un nuevo romance con ese ente anónimo imprescindible que toma en sus manos el libro y dentro de cuya alma volverá a consumarse infinitamente el milagro literario.
Monday, January 19, 2004
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