Un par de fragmentos de un cuento de Ipanema Dávila-
Acerca de la autora:
Ipanema Dávila Sandoval nació el 27 de Marzo de 1976 en la Ciudad de Durango. Estudió Letras Españolas en la Universidad de Coahuila en Torreón y recientemente comenzó una maestría en Sociología en la Universidad de Texas en El Paso. Es autora del poemario “En Espiral Hacia el Abismo” y de la novela corta “La Musa de los Albatros”. “Ipanema Cumple Años” es su primer libro de relatos.
Haría mal en comparar a Ipanema Dávila con Amber Aravena. Ámber nació en Temuco, está por cumplir 34 años y tiene la cabeza atiborrada de dilemas existenciales que trata de domesticar con tafiles. Ipanema es una chica bastante más sencilla, aunque arrastra buenas dosis de egocentrismo, pues todos los personajes de sus cuentos son mujeres que casualmente se llaman Ipanema.
Yo soy su padre, pero me han salido tan rebeldes estas pinches chamacas que ya no está en mis manos meterlas en cintura.
La protagonista de este cuento, es un ama de casa que labora en una sala de masajes. Me permito incluir un par de breves fragmentos.
-Ipanema nos narra su primer servicio profesional com empleada de una casa de masajes-
-Aunque olvido a los clientes con facilidad, aún recuerdo a la perfección al primer hombre que pagó por mis servicios recién ascendidos al profesionalismo. Hasta me acuerdo de su nombre; se llamaba Gerardo, un estudiante pobre al que pagar por mí le debe haber resultado un sacrificio económico considerable. El pobre llegó con sus libros preparatorianos bajo el brazo, con su cara que lo delataba invariablemente como el feo incomprendido de su clase, con su cara atiborrada de cráteres de barro, sacando monedas de su mochila para completar un servicio manual y poder decir para sus adentros que al menos una vez en su vida no había sido él mismo el provocador de su orgasmo. Y yo con toda la emoción, el nerviosismo y las ganas de toda debutante, tratando de parecer en extremo seductora: “ándale Gerardito, sabes, tu me gustas, creo que podríamos llegar a algo más, vamos, no vas a arrepentirte”, pero el pobre no traía para más así que empecé a hacer mi trabajo, con plena concentración deseando que el pobrecito Gerardo no se olvidara nunca de mi y regresara pronto a dejar aquí sus ahorros. Es típico que en el primer día de trabajo se adoptan actitudes que nunca más vuelven a tenerse cuando se adquiere cierta experiencia y es que con Gerardo me porté excepcionalmente bien. Puse una porno en la video, lo unté de crema suavemente y después comencé a acariciarlo, con cambios de ritmo, dejando que mi mano danzara sobre su más bien chica y ordinaria cosita. Creo que en mi fuero interno pensaba que Gerardo era una prueba del dueño para ver como trataba yo a los clientes y que cualquier desatención o mal servicio de mi parte le sería reportada de inmediato, lo que derivaría en mi humillante despido. Que risa, aún me acuerdo como le decía, "ay Gerardito, que rico estás, ¿no quieres tocarme? Vamos amor”, y el pobre con una cara de culpabilidad, volteando a todos lados para ver si no estaba viéndolo su mamá, hasta que nada más arrojó un tímido ahh cuando le brotó la leche y se retiró de ahí, con la cabeza gacha. Sentí una especie de raro orgullo por haber prestado con relativo éxito mi primer servicio profesional y me prometí a mi misma inculcarme un sistema de mejora continua que me permitiera acceder a estándares de calidad total que marcaran la diferencia entre Estética Scorpio y sus competidoras.
Ipanema ha decidido regalarse de cumpleaños los servicios profesionales de un gigolo y esto es lo que piensa mientras lo aguarda en la bañera de un hotel:
Creo que ahora que yo soy la clienta acabaré por tomar venganza. Lo haré hincarse, le daré latigazos y le pediré que me chupe sin siquiera voltear a verlo, pero no, eso no, yo no soy rencorosa ni deseo hacer sufrir a mis colegas gremiales. Creo que mis ordenes serán bastante simples: dame un cogidón como Dios manda y ya. El comprenderá. Hoy no se nada ni quiero saberlo. Lo único de lo que debo estar absolutamente segura es que esta tarde voy a venirme como pocas veces en mi vida. Toda esta sarta de pensamientos me asaltan cuando termino el tercer caribe cooler de la tarde y faltan escasos dos minutos para la hora convenida. Por lo pronto estoy feliz, relajada y el calor del jacuzzi empieza a ponerme tan canchonda que ya debo estar mojada, a punto para darme una buena masturbada y cuando por una fracción de segundo pienso que debo aguantar mi venida para que sea Adonis quien haga el trabajo, me reprocho haber tenido una idea tan horrorosamente masculina. ¿De cuando acá debo ahorrar mis venidas como un macho? ¿Que acaso no soy deliciosamente multiorgásmica? Así que manos a la obra. IDS
Acerca de la autora:
Ipanema Dávila Sandoval nació el 27 de Marzo de 1976 en la Ciudad de Durango. Estudió Letras Españolas en la Universidad de Coahuila en Torreón y recientemente comenzó una maestría en Sociología en la Universidad de Texas en El Paso. Es autora del poemario “En Espiral Hacia el Abismo” y de la novela corta “La Musa de los Albatros”. “Ipanema Cumple Años” es su primer libro de relatos.
Haría mal en comparar a Ipanema Dávila con Amber Aravena. Ámber nació en Temuco, está por cumplir 34 años y tiene la cabeza atiborrada de dilemas existenciales que trata de domesticar con tafiles. Ipanema es una chica bastante más sencilla, aunque arrastra buenas dosis de egocentrismo, pues todos los personajes de sus cuentos son mujeres que casualmente se llaman Ipanema.
Yo soy su padre, pero me han salido tan rebeldes estas pinches chamacas que ya no está en mis manos meterlas en cintura.
La protagonista de este cuento, es un ama de casa que labora en una sala de masajes. Me permito incluir un par de breves fragmentos.
-Ipanema nos narra su primer servicio profesional com empleada de una casa de masajes-
-Aunque olvido a los clientes con facilidad, aún recuerdo a la perfección al primer hombre que pagó por mis servicios recién ascendidos al profesionalismo. Hasta me acuerdo de su nombre; se llamaba Gerardo, un estudiante pobre al que pagar por mí le debe haber resultado un sacrificio económico considerable. El pobre llegó con sus libros preparatorianos bajo el brazo, con su cara que lo delataba invariablemente como el feo incomprendido de su clase, con su cara atiborrada de cráteres de barro, sacando monedas de su mochila para completar un servicio manual y poder decir para sus adentros que al menos una vez en su vida no había sido él mismo el provocador de su orgasmo. Y yo con toda la emoción, el nerviosismo y las ganas de toda debutante, tratando de parecer en extremo seductora: “ándale Gerardito, sabes, tu me gustas, creo que podríamos llegar a algo más, vamos, no vas a arrepentirte”, pero el pobre no traía para más así que empecé a hacer mi trabajo, con plena concentración deseando que el pobrecito Gerardo no se olvidara nunca de mi y regresara pronto a dejar aquí sus ahorros. Es típico que en el primer día de trabajo se adoptan actitudes que nunca más vuelven a tenerse cuando se adquiere cierta experiencia y es que con Gerardo me porté excepcionalmente bien. Puse una porno en la video, lo unté de crema suavemente y después comencé a acariciarlo, con cambios de ritmo, dejando que mi mano danzara sobre su más bien chica y ordinaria cosita. Creo que en mi fuero interno pensaba que Gerardo era una prueba del dueño para ver como trataba yo a los clientes y que cualquier desatención o mal servicio de mi parte le sería reportada de inmediato, lo que derivaría en mi humillante despido. Que risa, aún me acuerdo como le decía, "ay Gerardito, que rico estás, ¿no quieres tocarme? Vamos amor”, y el pobre con una cara de culpabilidad, volteando a todos lados para ver si no estaba viéndolo su mamá, hasta que nada más arrojó un tímido ahh cuando le brotó la leche y se retiró de ahí, con la cabeza gacha. Sentí una especie de raro orgullo por haber prestado con relativo éxito mi primer servicio profesional y me prometí a mi misma inculcarme un sistema de mejora continua que me permitiera acceder a estándares de calidad total que marcaran la diferencia entre Estética Scorpio y sus competidoras.
Ipanema ha decidido regalarse de cumpleaños los servicios profesionales de un gigolo y esto es lo que piensa mientras lo aguarda en la bañera de un hotel:
Creo que ahora que yo soy la clienta acabaré por tomar venganza. Lo haré hincarse, le daré latigazos y le pediré que me chupe sin siquiera voltear a verlo, pero no, eso no, yo no soy rencorosa ni deseo hacer sufrir a mis colegas gremiales. Creo que mis ordenes serán bastante simples: dame un cogidón como Dios manda y ya. El comprenderá. Hoy no se nada ni quiero saberlo. Lo único de lo que debo estar absolutamente segura es que esta tarde voy a venirme como pocas veces en mi vida. Toda esta sarta de pensamientos me asaltan cuando termino el tercer caribe cooler de la tarde y faltan escasos dos minutos para la hora convenida. Por lo pronto estoy feliz, relajada y el calor del jacuzzi empieza a ponerme tan canchonda que ya debo estar mojada, a punto para darme una buena masturbada y cuando por una fracción de segundo pienso que debo aguantar mi venida para que sea Adonis quien haga el trabajo, me reprocho haber tenido una idea tan horrorosamente masculina. ¿De cuando acá debo ahorrar mis venidas como un macho? ¿Que acaso no soy deliciosamente multiorgásmica? Así que manos a la obra. IDS