Pasos de Gutenberg
Rosario Tijeras
Jorge Franco Ramos
Editorial Mondadori
Por Daniel Salinas Basave
Cuando un país es devastado por una ola de violencia como le sucedió a Colombia en la infausta era del Cártel de Medellín, las secuelas del baño de sangre pronto se ven reflejadas en la literatura.
Una obra de periodismo literario como Noticia de un secuestro y una genialidad del humor negro como La Virgen de los sicarios son los productos editoriales más célebres derivados de esta carnicería.
Rosario Tijeras, novela del autor antioqueño Jorge Franco Ramos, es la pieza perfecta que completa esta posible trilogía con una fórmula romántica.
Y es que pese a ser la historia de una asesina, Rosario Tijeras no es ni por asomo una novela negra ni sigue uno solo de los patrones de los clásicos del crimen. Más bien se puede afirmar que es una novela de amor en todo el sentido de la palabra.
Franco Ramos nos cuenta la historia de Rosario Tijeras, una joven sicaria de las comunas del Medellín de los tiempos de Pablo Escobar. Su apodo se origina de una anécdota según la cual siendo niña capó a un hombre que intentó abusar de ella. Este infortunado violador viene a ser el primer eslabón de una larga cadena de asesinatos que consumará Rosario a lo largo de su corta vida.
La contundencia de la primera frase de la novela, marca el ritmo que seguirá la prosa a lo largo de toda la historia: -Como a Rosario le pegaron un tiro mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte-.
El narrador es el hombre del corazón roto que nunca debe faltar en toda historia romántica, quien mientras aguarda afuera del cuarto de hospital en donde agoniza Rosario herida de bala, empieza a contar la historia de su amor no correspondido.
Siempre relegado a segundo plano, el narrador es el abnegado confidente de Rosario que debe resignarse a verla convertida en la novia de su mejor amigo.
Franco Ramos explota la imagen de la bella joven armada hasta los dientes que no se toca el corazón para mandar al otro mundo a cuanto enemigo se atreviese en su camino, figura que por cierto no es en absoluto novedosa.
Sin embargo sería inexacto describir a Rosario Tijeras como una mujer fatal o una sádica vampiresa sedienta de sangre. Al contrario; la razón por la que el personaje de Franco Ramos logra enamorar a los lectores es por su aparente inocencia. Pese a haber crecido en un mundo lleno de balas, Rosario es una chica de buenos sentimientos que escucha canciones románticas.
A tal grado ha conquistado el corazón de los lectores colombianos, que Rosario Tijeras sigue en este momento la ruta casi inevitable de todo éxito editorial: La pantalla grande.
La película se está rodando actualmente en Medellín y todo hace indicar que estará en las carteleras el año entrante.
Aunque me parece un tanto exagerada la afirmación del crítico Jorge Consuegra quién sostiene que en Colombia ha terminado la era de García Márquez y ha iniciado la de Franco Ramos, lo cierto es que es que el éxito de Rosario Tijeras en tierras cafetaleras ha batido marcas editoriales.
Y la regla no escrita de la industria editorial marca que la llegada al cine de una novela, significa una nueva edición del libro, en cuya portada aparecerán seguramente los actores de la película y se apuntarán otros tantos miles de ejemplares vendidos a la cuenta.
Ahora que si de odiosas comparaciones se trata, me parece encontrar ciertos paralelismos entre Ro-sario Tijeras y La Virgen de los Sicarios, novela que le antecede por cinco años.
Ambas novelas encarnan la violencia de las comunas de Medellín en una figura adolescente que sin perder su toque de inocencia, se transforma en ángel exterminador. Al igual que sucederá con Tijeras, La Virgen fue llevada a la pantalla grande.
Digamos que el libro de Franco Ramos es el hermano bueno o políticamente correcto del libro de Vallejo.
La Virgen de los Sicarios se ha dedicado a espantar “buenas conciencias” por su humor negro, su mordaz crítica social y el descarnado nihilismo de su autor, por no hablar de la condición homosexual de los personajes. Rosario Tijeras en cambio no asustará a nadie.
Pese a su entorno de extrema violencia, Rosario Tijeras es una historia de amor convencional. Hay ternura, buenos sentimientos, un poco de comicidad y hasta cierto toque erótico y aunque las páginas parecieran estar salpicadas por la sangre de tanto muerto, es posible que Rosario Tijeras le arranque más de una lágrima a algún romántico lector.
Rosario Tijeras
Jorge Franco Ramos
Editorial Mondadori
Por Daniel Salinas Basave
Cuando un país es devastado por una ola de violencia como le sucedió a Colombia en la infausta era del Cártel de Medellín, las secuelas del baño de sangre pronto se ven reflejadas en la literatura.
Una obra de periodismo literario como Noticia de un secuestro y una genialidad del humor negro como La Virgen de los sicarios son los productos editoriales más célebres derivados de esta carnicería.
Rosario Tijeras, novela del autor antioqueño Jorge Franco Ramos, es la pieza perfecta que completa esta posible trilogía con una fórmula romántica.
Y es que pese a ser la historia de una asesina, Rosario Tijeras no es ni por asomo una novela negra ni sigue uno solo de los patrones de los clásicos del crimen. Más bien se puede afirmar que es una novela de amor en todo el sentido de la palabra.
Franco Ramos nos cuenta la historia de Rosario Tijeras, una joven sicaria de las comunas del Medellín de los tiempos de Pablo Escobar. Su apodo se origina de una anécdota según la cual siendo niña capó a un hombre que intentó abusar de ella. Este infortunado violador viene a ser el primer eslabón de una larga cadena de asesinatos que consumará Rosario a lo largo de su corta vida.
La contundencia de la primera frase de la novela, marca el ritmo que seguirá la prosa a lo largo de toda la historia: -Como a Rosario le pegaron un tiro mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte-.
El narrador es el hombre del corazón roto que nunca debe faltar en toda historia romántica, quien mientras aguarda afuera del cuarto de hospital en donde agoniza Rosario herida de bala, empieza a contar la historia de su amor no correspondido.
Siempre relegado a segundo plano, el narrador es el abnegado confidente de Rosario que debe resignarse a verla convertida en la novia de su mejor amigo.
Franco Ramos explota la imagen de la bella joven armada hasta los dientes que no se toca el corazón para mandar al otro mundo a cuanto enemigo se atreviese en su camino, figura que por cierto no es en absoluto novedosa.
Sin embargo sería inexacto describir a Rosario Tijeras como una mujer fatal o una sádica vampiresa sedienta de sangre. Al contrario; la razón por la que el personaje de Franco Ramos logra enamorar a los lectores es por su aparente inocencia. Pese a haber crecido en un mundo lleno de balas, Rosario es una chica de buenos sentimientos que escucha canciones románticas.
A tal grado ha conquistado el corazón de los lectores colombianos, que Rosario Tijeras sigue en este momento la ruta casi inevitable de todo éxito editorial: La pantalla grande.
La película se está rodando actualmente en Medellín y todo hace indicar que estará en las carteleras el año entrante.
Aunque me parece un tanto exagerada la afirmación del crítico Jorge Consuegra quién sostiene que en Colombia ha terminado la era de García Márquez y ha iniciado la de Franco Ramos, lo cierto es que es que el éxito de Rosario Tijeras en tierras cafetaleras ha batido marcas editoriales.
Y la regla no escrita de la industria editorial marca que la llegada al cine de una novela, significa una nueva edición del libro, en cuya portada aparecerán seguramente los actores de la película y se apuntarán otros tantos miles de ejemplares vendidos a la cuenta.
Ahora que si de odiosas comparaciones se trata, me parece encontrar ciertos paralelismos entre Ro-sario Tijeras y La Virgen de los Sicarios, novela que le antecede por cinco años.
Ambas novelas encarnan la violencia de las comunas de Medellín en una figura adolescente que sin perder su toque de inocencia, se transforma en ángel exterminador. Al igual que sucederá con Tijeras, La Virgen fue llevada a la pantalla grande.
Digamos que el libro de Franco Ramos es el hermano bueno o políticamente correcto del libro de Vallejo.
La Virgen de los Sicarios se ha dedicado a espantar “buenas conciencias” por su humor negro, su mordaz crítica social y el descarnado nihilismo de su autor, por no hablar de la condición homosexual de los personajes. Rosario Tijeras en cambio no asustará a nadie.
Pese a su entorno de extrema violencia, Rosario Tijeras es una historia de amor convencional. Hay ternura, buenos sentimientos, un poco de comicidad y hasta cierto toque erótico y aunque las páginas parecieran estar salpicadas por la sangre de tanto muerto, es posible que Rosario Tijeras le arranque más de una lágrima a algún romántico lector.